Julián “Chino” Álvarez me telefoneo

- “Quico”, este sábado a la noche tenemos un reencuentro con la barra vieja. No faltes, es en el salón del Deportivo, y el ticket lo pagas cuando puedas.
- Vendrá alguno de los viejos muchachos?..pregunte esperanzado.
- Y si, supongo vendrán los mas sanos…sabias lo de Lucho?
- Lo de Lucho y lo de muchos, conteste suspirando... Es la vida macho, la barra se achica…

Llegue al Club, a las 21hs. El salón lucia sus humildes galas. Mesas rusticas con prolijos multicolores manteles, limpios platos y cubiertos que conocieron tiempos mejores…Dentro la cocina estaba “el Chino” con expresión preocupada… Que pasa Presidente le pregunte...mientras lo estrujaba en un abrazo.

- Pasa Hipó que me llamaron varios para borrarse., que reuma, que bronquitis, manga de gallinas!!

El bueno de Chino heredo la presidencia de su difunto Padre, alma mater en la década del cincuenta. Cuando el “Deportivo” arrasó en varios campeonatos de football barrial,…luego pasó años en la mediania, y más luego la vida nos fue deshermanando... Apenas - unos pocos - nos veíamos algún domingo, brevemente, en la cantina del Club. Allí fuimos conociendo a integrantes de nuevas generaciones, gentes amables que respetaban nuestra condición de fundadores y amigos del querible “Presi”, quien vive – Oh Privilegio!!
En la vetusta casa paterna, cita frente al Club de nuestros amores…
Diez de la noche y seguíamos solos. La competencia por reconocernos en las desvaídas fotos que tapizaban las paredes culmino en empate...

- A eso de las veintitrés., llego el viejo Andrés – El “Húngaro” – con su violín y su merecida fama de eximio ejecutante. Ha poco, fue arribando una multitud heterogénea de gentes desconocidas para mi, que el presidente me iba presentando.
- Así que sos uno de los viejos fundadores?..me pregunto un muchachón, abrazándome como mis nietos.
- Mi carrocería lo indica. ¿No te parece ?... y lo mas cercanos rieron.

Busque en vano alguna vieja cara, mientras los jóvenes servían una buseca picante, inadecuada para gente mayor, y un vino espeso. El agua mineral falto sin aviso. Pasaba la medianoche, Andrés, “Chino” y este servidor, los tres únicos viejos, Tuvimos que soportar las morisquetas y simulacros de danza clásica, con que los mas se divertían, a los sones de las “Czardas de Monty, y otras exquisiteces emanadas del mágico violín del “Húngaro”.
Al rato nuestro músico, disimulando su disgusto, se retiro saludando sobriamente. Un pesado silencio hizo retirar a los muchachos, algunos con expresión avergonzada. Dejándome a solas con el Presidente, los recuerdos, la nostalgia…
Pasadas las tres de la mañana, se hubo esfumado el contenido de media damajuana de vino
- Te acompaño hasta tu casa? Me preguntó solicito “El Chino”
- No hermano. Me mudé del barrio hace más de veinte años
- Es cierto Quico! Ahora vivís en Pando y a esta hora… Pero no importa, te quedas a dormir en casa.
Cerramos el Club, cruzamos ignorando los insulsos de dos luces que casi nos atropellan, llegamos al hogar Álvarez, donde comprobamos que la “Patrona” había trancado la puerta por dentro, por lo cual “Chino” me informo...
Hermano tendremos que dormir en el galpón. No te asustes que “Plomito” es un cachorron cargoso pero nada agresivo. Tenemos dos colchones viejos y una manta para cada uno.
Así culmino el frustrado reencuentro…
Al rato me dormí, luego de convencer a “Plomito” con algunos puntapiés, que me desacomodaban la manta que el viejo “Quico” no es una perra.
Amanece. Me espera una terrible instancia. El reencuentro con mi esposa


(FIN)