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La desviación
En la mañana salí apresurado hacia el trabajo. Por la tarde fui a la casa a comer, y sin hacer charla de sobremesa, regresé a la oficina para terminar los trabajos que debían irse por correo a la brevedad.
Cuando llegué, te encontré en el patio meciéndote en la poltrona y mientras me sentaba en el otro sillón, vi cómo tu cara se iluminaba. Acaricié tu mano y sonreíste; sabíamos lo que eso significaba. Bajo la copa del árbol la luna caía sobre nosotros como si fuesen arras de oro blanco. El teléfono repiqueteó con insistencia y fui a contestar. Miraste mis ojos y descubrí ansiedad en los tuyos. Tengo que salir —te dije—, desviaste la cara y forzaste el sillón a balancearse y haciendo crujir a la madera...
Regresé en la madrugada impregnado de tabaco y alcohol. Poco faltaba para que abriese la mañana y creo haberte despertado, ¡pero no!, sólo se tensó tu cuerpo cuando abrí la puerta del closet. La penumbra me dio la impresión de haber visto que tus ojos se abrieron y luego se cerraron. Busqué una toalla para después ir a la ducha y quitarme el intenso olor a noche de farra.
Ese día era más temprano. Fritaste plátanos, y el café salpicaba de aromas la casa. Después del baño, vi con satisfacción que la ropa estaba dispuesta sobre la cama para vestirme. Durante la mañana ordenaste la vivienda y sazonaste una sopa y un guisado. Todavía te dio tiempo para obsequiarme un postre de gelatina con duraznos. No recuerdo haberte preguntado si por la tarde deseabas salir, y sólo me limité a decirte lo rico que te quedó la comida. Salí raudo para continuar la labor. Por la tarde tuve entrevistas, abrí y cancelé citas. La vez que te llamé, la línea estaba ocupada y no insistí
Hoy medito que nada significa, es como si no lo hubiese hecho. Llegué cuando recién oscurecía y estabas sentada para recibir el fresco de la noche. Cuando peinabas tu cabello me llegó el aroma de hierba martajada y fue en ese instante que repiqueteó el teléfono. Era fácil decirles no y quedarme contigo Los compromisos políticos son importantes – me digo – y salgo como si fuese el último evento. Luego vengo, te dije y desaparecí.
Con seguridad le diste de cenar a los niños, jugaste con ellos, viste televisión y después llegó el silencio. Pasada la media noche decidiste reposar, mas el cansancio del día no fue suficiente para hacerte dormir. Pensabas en lo que me pudiera pasar, pero el sueño te venció.
Reflexiono que todos tus días son atareados para poder mantener el orden y la limpieza. Lo haces para que disfrutemos de un ambiente de comodidad. Así, al estar juntos, podemos charlar los pormenores del día. Tal vez me dirías con la boca llena de carcajadas, cómo fue que se trompicó el jardinero, mientras tú regabas las glicinias. Yo te contaría algunos de los chismes que dicen de mí en la oficina. Esa noche esperabas un beso, que mi boca se perfumara de tu cabello y que te apretara la mano sensualmente, dándote a entender mi deseo.
¡Dios qué estupideces mías! Sigo en la poltrona, ella se balancea a mi lado y arrulla al nieto cantándole nanas. La veo con el color nacarado de aquella noche, pero ella no está conmigo. En alguna parte de la vida la perdí. Ambos nos mecemos, indiferentes a la danza que hacen las nubes sobre la luna.
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Texto agregado el 10-05-2004, y leído por 572
visitantes. (15 votos)
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Lectores Opinan |
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17-01-2006 |
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Porqué las reflexiones se hacen siempre tarde? porqué reconocer que ella ha tenido que trabajar duro para tener las cosas bien después de mucho tiempo? Lo importante es reconocerlo.... Un cuento lleno de sentimientos.... Besos ctapdb |
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12-05-2004 |
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ay ay ay, que gusto me da regresar por estas tierras y encontrar esta clase de textos. Narrado impecablemente y descifrado en la mas absurda de las cotidianeidades, que amarga nostalgia es la que se apodera de uno cuando quiere darse cuanta de estas cosas... nos mueve la inercia acompasada por el "ya mañana", nos olvida la furia que provocó que surgiera todo. Marchitos pero rebozantes en apariencia. Vacíos, llenos de sentimientos itinerantes que no dan para más. aitana |
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12-05-2004 |
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La vida pasa sin darnos cuenta y los sentimientos se quedan meciéndose en una poltrona o aburridos en una cama, donde el amor ya no dibuja piruetas. El fuego se apaga lentamente y cuando advertimos, las cenizas nos dicen que se consumió de frío. Jo... de nada sirve pasar sin detenerse a mirar un momento a los que están al lado y regalarles una sonrisa, una caricia, un beso o por lo menos una palabra. Un gracias, un te quiero, estaría muy bien. Un abrazo sendero. meci |
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12-05-2004 |
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Retrato de una realidad que bien valdría reflexionar... De tanta prisa y movimiento, no nos damos cuenta que momento a momento la vida va cambiando. Un abrazo shou |
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11-05-2004 |
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Hermoso y triste al mismo tiempo este cuento, ¿cuantas veces amigo Rubén, se dejan escapar las cosas más simples y cotidianas? y que al fín y al cabo son las que más sabor y poso dejan en nuestra alma....Bonita reflexión además, y es que el tiempo no es inmune a "estos decuidos".Un beso enorme, Pilar. Airedevalencia |
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11-05-2004 |
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me parece triste y a la vez muy real, muy cercano... me has removido las entrañas y eso no es fácil barrasus |
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11-05-2004 |
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Tiene mis estrellas, maestro. Mi respeto, mi amistad y admiración.
Todo eso se lo dejo, es suyo se lo ha ganado.
Pero me llevo conmigo, el sabor de que exista, para entrar a su casa y leerlo cuando quiera.
Un fuerte abrazo querido Rubén.
carloel22 |
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11-05-2004 |
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Qué buen cuento!! hay que tener oidos atentos para poder escuchar el susurro de todo lo perdido, y cuando te llega, se te clava en el estómago de las oportunidades perdidas... es entonces cuando buscas a esa mujer que te esperó tantas noches... Divina reflexión llena de melancolía y amor del más puro. Me encantó. Un beso. anapolar |
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10-05-2004 |
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Qué difícil tarea el ser de a dos, hombres ocupados, mujeres abnegadas, hombres requeridos, mujeres que esperan, hombres que sobrepasan la capacidad de su tiempo y no lo tienen , para ver, para evaluar y gozar de lo que es realmente verdadero, porque lo tiene al alcance de la mano y lo cree un puerto seguro. Tu cuento tendría un giro muy distinto si el progonista tuviera una mujer que trabaja, que en su casa no está el olorcito a café, hecho por ella, quizás tenga un termo de agua caliente y un tarro de café en polvo, seguramente no tendría su ropa limpia y dispuesta para salir a trabajar y decidir si se pone la camisa verde o la blanca, con los zapatos café o negros. El protagonista va a seguir ciego hasta que llegue el desamor, el adiós, la ruptura y te puedo asegurar que la mujer de tu historia, así como la describes, será absolutamente autovalente, podrá vivir su vida en paz y en armonía, sin los desplantes que la acompañan el día a día. Hogar, ¿ para qué ? si está siempre sola, cocinar, ¿ para qué ?, si eso por un salario lo puede hacer otra mujer, que esté bien vestido, ¿ para qué ?. si no es ella quien lo va a disfrutar, ella recibe lo que los demás dejaron de su amado, cuando ya ni siquiera vale la pena conversar. El título del texto , exacto, la narración espléndida, el tema absolutamente real, hasta se puede tocar, oler y adivinar su final. Mis cinco estrellas, esta vez para tu protagonista y su bella dama, sembradas en el camino del encuentro Ignacia |
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10-05-2004 |
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No sé qué decirte Rubén. Lo que dices, primero, es como una confesión, como si alguien susurrara su historia a un oído atento... después la verdad, la verdad de cada uno, de cada quien... y sí, la vida se va en buenas intenciones, en reproches, en pensamientos de "debí haber hecho..." y no haberlo hecho realmente.
Me quedo con un sabor de tierra en la boca, como cuando quieres decir algo y el viento, fuerte, inclemente, se te adelanta, inundándote de incapacidad de decir más. rithza |
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10-05-2004 |
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Realmente bello, se ahonda entre las almas, un besote AnaCecilia |
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10-05-2004 |
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Lo he leido de punta a punta, sin respirar. Es intenso, opresor por momentos y diáfano por segundos.
Lo he disfrutado maestro colega. rodrigo |
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10-05-2004 |
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"Esclavos, sois todos esclavos", espeta Val Kilmer en su genial interpretación de Jim Morrison en un momento dado de "The Doors". Esclavos, eso es lo que somos, y con eso nos dividen, nos enfrentan, nos deshumanizan... o lo intentan. Merecen todo mi desprecio quienes intentan comprar nuestra libertad con la chequera. Aunque sea en el último instante de su vida, les sobrevendrá toda su maldad y celebraré el sobresalto con el que su propia conciencia abandonará este mundo. Enhorabuena, me encantó. Al-Duende |
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10-05-2004 |
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¡Ay! sendero, que verdades escribes. Y después de estas estupideces que han repetido tantos hombres en la vida, ¿no crees que ya es hora de recapacitar y recuperar el tiempo perdido? Apéate de la poltrona y llena de palabras el balanceo de sus noches y de sus días. Muy pocos tienen la suerte de que ella siga ahí, llenando aun de olores la casa. Un beso maravillas |
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10-05-2004 |
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Como siempre te dejo mis *****
pues me encanta este texto tuyo. Besos monilili |
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