Sínica y altiva camina por el boulevard de Sabana Grande, vestida toda de negro cubre con tela su piel de cacao. Es esbelta y delicada y al tiempo se ve agresiva, nuevamente sínica. Mira vitrinas de ropa que no va a comprar, mira zapatos que no va a calzar.
Quienes deambulan por esta paseo de la congestionada Caracas la miran con distancia, con temor, la miaran distinto a como miran los demás.
Pero si alguno, si quiera un instante, se detuviera a observarla seguro verían algo más. Es sólo una chiquilla, una niña asustada en una enorme ciudad. Se viste de negreo para que no la vean, para perderse en la oscuridad, sin una veta de color brillante.
Sínica, claro que sí ¿Y quien no va hacer sínico cuando la vida lo ha llenado de engaños y desengaños?
Esa joven que viste de negro y que camina con fuerza, pero con timidez alguna vez fue una niña, una pequeña alegre y llena de color. Del rosado que intuye en la hembra su feminidad, del verde que te hace sentir que naces de la madre tierra y del azul que hace sentir reina del mar. Era feliz coma toda princesa que vive en su castillo, pero las fantasías no son eternas y a veces la realidad suele ser muy cruel. Era feliz, pero un día despertó, nada tuvo que ver su historia con la de la bella durmiente, era feliz…. Pero la vida la despertó de golpe…
Ella, la niña querida, la preferida de papá… descubrió por fin lo que guardaba mamá en aquella gaveta prohibida. No lo estaba buscando, no sabía que existía, aunque hubiese preferido que alguien le hablara de aquella verdad. Leyó todo, letra a letra, palabra a palabra. Una lágrima se asomó a su rostro, pero con ira la mandó a guardar…
Esa tarde la madre llegó a casa, como siempre directo al cuarto a descansar, en el piso un sobre descansa, tirado distraído, en su boca se asomaban las hojas recién leídas. La madre se arrodillo tomo los papales. Titulares de prensa gritaban en silencio… “Abominable crinen, padre abusa de su hija adolescente”… Ella la joven de piel de cacao llega hasta la alcoba de la madre… las lágrimas por fin encuentran salida…. La madre le habla de esa hermana lejana que ella no sabe existía…
Horas más tarde el padre llega al hogar, pero ella ya no lo ve con amor. Diez días después la familia cebra los quince años de su pequeña… pero algo paso. La niña de colores bellos, alegre… tiñó todo de negro…. Ya no camina sonriéndole a la vida ahora va sínica y altiva, camina por el boulevard de Sabana Grande, vestida toda de negro cubre con tela su piel de cacao. Es esbelta y delicada y al tiempo se ve agresiva, nuevamente sínica. Mira vitrinas de ropa que no va a comprar, mira zapatos que no va a calzar. Quienes deambulan por esta paseo de la congestionada Caracas la miran con distancia, con temor, la miaran distinto a como miran los demás.
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