Espere empapado,tiritando y muerto de frio. Lloviá tanto que no supe si lloviá en verdad o era solo que nevavá ;las gotas eran gruesas, friolentas heladas. Tal cual un iceberg minusculo.
Escampé debajo de un arbol. Los niños que pateabá´n charcos murmuraban : " pobre hombre, le caerá un rayó. Yo me decia : que más rayo que mis ojos, que más tormenta que estas pupilas maleovalas. Las parejas que a lo lejos se mojaban con una extraña imagen de jubilo ( la llovisna que caia sobre ellos era suave, invisible; una caricia del cielo ; nada comparable con la que sobre mi descendia : rocas liquidas.) me miraban divertidisimos con gestos de burla. Una de las mujeres me grito insolencias, escondida detras de su cabello que se le habia venido a la frente. Como lo tenia largo, su nariz y su boca se cubrierón como una pesadilla ridicula ; sus ojos, no saltaban miradas furtivas ya que estos habian sido cegados por una hilera gruesa de cabello. Luego, escuché el ronroneo de un carro que a lo lejos de las calles venia acercandose despacio ; al acercarse pronto supé que era un taxi por su tipico color. Un hombre y una mujer, agarrados de la mano, besandose a intervalos de pasos, subierón a el encharcados hasta el alma. La mujer se asomo un instante, me miró, y me hizo un no se que con la mano que me enfureció. De repente escampó ; el cielo se despejo y las nubes claras y blancas venian apareciendo. La huella de aquella ferocidad quedó intachablé en el asfalto ; enormes lagunas, vacios en las esquinas, total desolación. El rio humano estaba descampando en las tiendas.
Prendí un cigarrillo con ademanes tristes. Miré atras; el pasto misteriosamente habia secado ; una pareja se manoceaba detras de una enorme bola de hierba, parecian excitados. Fumé con toda la inpaciencia posible. Al sentir mis dedos llenos de fuego arrojé la colilla por una alcantarilla, despues con una lagrimilla ardiente sobre mi rostro me dije: "ya no vinó. Que ingrata es. ¡Me voy! fin..