El Bufón lleno de asesinos maldecidos de los siete reinos, gente que mato por placer de ver sangre joven y anciana combinada en sus manos, y lagrimas de alegría caen junto a los gritos de distintos humanos. Estos conviven solos en un mundo de Alta Mar sobre su barco, sobre su gran amigo, el Bufón.
Tanque del mar que ha hundido hasta el fondo a sus enemigos y “aliados”. Ciertamente no por sus tesoros, sus joyas o sentir la muerte de un fiel comandante de babor, sino para ver sus pedacitos de madera, metal y carne roja mezclados en el agua cristalina.
Como tal el rey que con sus riquezas y tierras, ellos ansían a carcajadas por las lágrimas en la cocina aunque también las prefieren en sus habitaciones, ya queda claro y entendido de quienes.

Una esplendorosa noche iluminada a luz del fuego del purgatorio; el capitán, el mas pervertido, desgraciado, putrefacto e indeseable se humano sale del timón, da una media vuelta... y ese rostro que en cualquiera provocaría miedo, a algo parecido a un demonio con marcas de peleas anteriores a la creación de toda especie, heridas que por arrogancia jamás cicatrizaron, sus largas e interminables ojeras oscuras como el petróleo, sus claros ojos tan pálidos como el liquido que rodea el buque, su rengo pie y sus vestimentas bestiales manchadas con solo Dios sabe que. Comienza a criticar, gritar y repugnar a sus tripulantes “sus compañeros” ya que varios de ellos han intentado quedarse con su puesto. Se dirige al tercer piso debajo de la superficie del cielo a ver a sus esclavos, montados sobre tablones de lujosa madera occidental, con tan solo 16 y 10 años, entre muchos son los preferidos aquel hombre ya que son los niños que el nunca obtuvo por naturaleza así que los arrebato de un botín en la extravagante casa de vidrio y piedra de un burgués que su familia poco le importa.
Este viejo decrepito hijo de los feudales de la Costa Del Mundo, con oro corriendo hasta en su mierda decide que solo por fama y obsesión con su heredero mayor, Jules, manda una expedición a buscarlo a el y simplemente a el Jules “El Honorable”, tan honorable como la fe que su padre podría comprar...

CONTINUARA...