Mi paciencia parecía morir a pataleos y sudor ácido, mientras en medio de esa calle, un grupo de perros, gozaba de la peor orgía… Y un niño lloraba justo en frente, en medio de un puente…Yo, soplando arriba, por si causaba algún efecto climático, ya que el aburrimiento mezclado con los 35º C, no siempre son saludables… Entonces aparecía un par de nalguitas y de nuevo el infierno se activaba… Y acaso el microbús que esperaba se apuraba –nada- ni rastros de la línea maldita.
Entonces emergieron las quejas. Calor de mierda. Gente de mierda. Acera de mierda. Perros follando de mierda. Niño llorón de mierda. Puente de mierda. Microbús de mil mierdas…etc. Y nada. Aquel microbús, tenía que saber de mi pobreza actual, tuvo que haber existido conspiración –pensaba.
Ya media hora después, los perros tenían diferentes poses… El niño, puto, seguía llorando… Y mi cuerpo empezaba a derretirse, y no por algún culito fugaz. Ustedes ya saben, es la calor que asaba; la deshidratación me impedía seguir soplando arriba, una real mierda.
Había decidido ya no subir al microbús de mil mierdas, mas bien, mis últimas energías las había convertido en concreto. Tenía media loseta, listo para romper el parabrisas de aquel lerdo microbús, y por si alcanzaba la fuerza, la otra mitad sería estrellado en medio de los perros y al niño, solo deseaba que algún perro hijo de perra, vaya y haga de él, su alimento de medio día… ojalá.
Entonces la rotura de aquella loseta, había levantado polvo… Millones de partículas, como una plaga; maldita plaga que no dejaba ver nada… Y… Así (AHHH-CHOOOO)
Un estornudo fulminante su producto.
Abrí los ojos, y el polvo se había disuelto… Logré ver, al fondo, el microbús… Qué día más hermoso – exclamé.
Dejé la afilada loseta, y la otra mitad, como trofeo para los perritos folladores y el niño malcriado. En fin, aquel estornudo había enriquecido mi alma.
Will
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