Grita, que te escuchen, si esto no funciona, susúrrales la manera en la que acabas de matar a sus padres por que fuiste incapaz de entender lo que decían. Sus expresiones eran nada. La empatía era nula.

Señor eufórico sacando la cabeza por la ventana del taxi, gritando peleando discutiendo con todo aquel que se tope de frente. Euforia sin sentido, los claxons de los carros no se hacen esperar, mas de tres personas ceden a sus insultos, y se bajan de sus carros contestándole mas fuerte. Las carreolas de niños llorando ruedan en el carril de alta, mientras el taxista se baja empuñando un machete.
Una ambulancia aguarda para comenzar a despegar con palas, los cuerpos embarrados en el pavimento, a los doctores del hospital publico de enfrente, las orejas se les tornan manzanas y la lengua acuosa. Una camada de perros copula en una orgía memorable sin percatarse de lo que sucede a su alrededor.
Los vagabundos se acumulan en los alrededores del taxi, esperando, cual carroñeros que son, cual parte de algún cuerpo les tocara – la rabadilla es la mejor parte – se escucha mencionar a alguno de ellos.
Alf se esta retransmitiendo en horario principal, tenia que haber consecuencias.
El machete del taxista tiene la peculiaridad de invocar serpientes y estas a su ves invocan, vomitándolos, ratones que cantan canciones acidas de cuna. Los insultados que se atrevieron a contestarle al taxista caen en un profundo y bizarro sueño, solo para ser devorados por los vagabundos, que entre esperma de perro y vomito de culebra, se dan un banquete digno del primer cuadro de la ciudad.
La gente atorada en el trafico, histérica por llegar a sentarse en un escritorio a divagar sobre la nada, se baja de sus autos y con lagrimas en los ojos le regalan un caluroso aplauso al eufórico taxista, quien les agradece con un gesto del ojo izquierdo, sube a su auto, saca la cabeza por la ventana, y arranca a toda velocidad, gritando a todo el que se topa, esperando cualquier provocación para usar su machete de nuevo.
Los vagabundos, saciados, son llevados por algún funcionario público con el proctólogo para unos estudios gratuitos. Un vagabundo rompe en llanto y apenadísimo se confiesa heterosexual ante la mirada discriminatoria de los ahí presentes.
Los ratones solo aguardan el momento indicado, para matar al taxista y tener por fin el machete en sus pequeñas y huesudas manos, para así dejar de ser regurgitadas por las mañosas serpientes. El taxista lo sabe, por eso asiste a un curso de superación personal titulado “como evitar que los ratones invocados por las serpientes invocadas te consuman y acaben por robarse tu machete”. Ya lleva tres años sobreviviendo de esta forma.
Las ambulancias despegan por fin del pavimento, los cuerpos del millón de personas que fueron atropelladas un día antes por el tráfico vehicular en hora pico.
Los doctores no se preocupan, seguirán esperando al taxista, rascándose las nucas pelonas de tanto breakdance (baile representativo de la comunidad médica), saben que esos métodos de autodestrucción que utiliza el paciente no son efectivos a largo plazo. A largo plazo lo único efectivo es que lo tome por completo el Síndrome de Asperger y de eso solo ellos se encargan.