Escucho esos gemidos jadeantes, al unisonó, voces delicadas. No creo que vengan de mi departamento… ¿o si?
Con un ramo de flores en mano, para mi amada que será mi mujer en solo dos días mas y mi paciencia perdida no puede esperar mas, pero, la duda persiste. Hasta que llega la respuesta. Es de mi departamento.
Dos voces delicadas, dos voces uniformes. La televisión, debe ser eso.
La puerta entre abierta, el ambiente sudado, las cosas, cómplices de mi duda persistente, el sofá desordenado, la sala es un campo de batalla y la puta tele apagada.
Entrando al cuarto, ropas femeninas están por todos lados, ese ambiente sudado es mas fuerte, se siente ese aroma de sexo.
Mientras la curiosidad me obliga y el miedo aumenta, se entrevé por las sabanas, una silueta femenina, que no es mi mujer, fina, delicada, sofocada, ardiendo de pasión fundiéndose con la otra silueta color ébano, ya cansada y perdida en su punto g. esa si es mi mujer.
Las flores caen, junto con mi duda. La furia confundida con la sorpresa me deja en un espasmo que ellas no se dan cuenta. Siguen en su complicidad mientras yo despierto de mi sorpresa, ya con las manos en el cuello de la amante de mi mujer.
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