El martes es nuevo para mis ojos, pero en fin es martes, no lo puedo juzgar porque llegó en el momento menos esperado, tenía que llegar, es su obligación llegar después del lunes, sino dejaría de ser martes.
Este martes tan poco gentil me esta haciendo ver cosas que no quiero, como por ejemplo este techo mas cerca mió que de costumbre, como se le ocurre al techo acercarse justo hoy - mi cólera no se va, mas bien aumenta al ver el sol- que sol infeliz interrumpiendo mi sueño, tan sueño, tan relajante, tan mío, este sol que llega sin permiso pasa entre los vidrios de la ventana que mira directo a mi almohada. Me inquieta ver este sol, este día martes, porque tiene un brillo diferente, no es cualquier martes, me incorporo de mi cama casi mecánicamente. Mis pies están mas livianos, no los siento (deben estar adormecidos), camino hacia la puerta que me separa del martes, giro la perilla, está mas resbalosa, pero logro girarla de todas formas. Al salir por la puerta logro ver que el día es mas inmenso, es mas día, no tiene ese toque tan real, porque es a la vez mas verde y mas azul, mi césped tiene un tinte verde tan simulado, que no parece césped, me acerco a un charco de agua, está, a la vez refleja el sentido de todas las incoherencias que escribo, refleja el cielo lleno de fantasías. Veo a mis gatos mirar al cielo como si tuviera algo de interesante (y es que la verdad, ellos son más curiosos). También observo el cielo, tan magnífico, tan incoherente para mis ojos, estoy justamente debajo de esas ballenas, juraría que son ballenas (lo son), están nadando en cielo de la manera mas sencilla, mas sencilla que volar, veo su enorme panza del cetáceo, tan enorme que logra hacer sombra sobre mi casa, al mismo tiempo al otro lado del cielo al norte, muy al norte, logro distinguir a unos animalitos, no podría ver de otra forma mas ilógica (para el ojo humano), corriendo encima mió, sin el menor percato de que hay un imbecil que aun no logra entender el porque.
Solo observo, no puedo hacer mas, me quedo estático, sin palabras, sin poder pestañar, los dinosaurios de un verde tan verde, las ballenas de un azul tan azul, haciendo sus travesuras en un día martes a las 3 de la mañana, en mi cama… martes tan mío.
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