Era un día frio, la lluvia había dejado su huella por doquier. Como es en el sur...
Concepción y sus nubes, alboratadas en el cielo y el viento arreciando los caminos.
Como si fuera necesario demostrar que la naturaleza es más poderosa que los abrigos que llevábamos puestos.
Mis amigos y yo, estábamos sentados sobre el recinto de comidas, en esa Universidad bella, con su biblioteca central al final del horizonte y los palacios de las facultades alrededor. Atrás, el imponente arco de medicina...
subiendo la vista, los cerros verdes y rutilantes de helechos y arboles, donde se encontraban los espacios de los estudiantes que tenían el privilegio de dormir gracias a las becas universitarias.
Mi guitarra, que mas que tocarla, la prestaba para que otros sacaran de sus cuerdas, las melodías de moda, la canción de protesta, Sui Generis, Silvio... La nueva trova..
Mi aspecto de joven "lana".. un poco hippie.. un poco artesa..mi barba insipiente, mis pensamientos tranquilos, mi vida tranquila...mi conjunto que más que llevado por la moda, era el reflejo de la escases de casa.
Se oyeron gritos, gente que corría por todos lados, alerté a Andrés... llegaron los milicos!!.. me dijo. Yo le comenté que si corríamos era peor.. no estábamos haciendo nada.. pero esta vez fue peor que las anteriores.. los marinos se divisaban en los
cerros, los pacos por detrás de las facultades.. y los milicos acechando por el arco de medicina.. sin mediar aviso.. sin la esperada declaración del Rector.. entraron.. ahora sí todo era un caos... ví las imágenes de jóvenes golpeados.. y batallones que
otros jóvenes que golpeaban.... que pensarían aquellos que también con 18 años, tenían que atacar a sus pares.. bajo las órdenes de aquellos vetustos tenientes.
Luego los disparos... !arranquemos! me dijo Andrés.. y corrimos sin los morrales...sin la guitarra... !donde!! donde!!.. vamos pal cerro... nos metemos en alguna de las piezas de pensión .... las facultades ya estaban cerradas .. tomé a Andrés de la mano.. para ayudarlo a subir, su estructura reforzada de grasa.. no daba para correr tan ligero..ni menos para subir cerros.. los silvidos de los disparos se escuchaban cerca.. muy cerca.. la guerra estaba desatada...
Por un momento la tierra se estremeció.. las nubes habían desaparecido..sólo había humo y ese desagradable olor a lacrimógena, los gritos eran lejanos.. mi sudor era extremo..
Andrés me tiraba hacia abajo.. se había caído...
Mis fuerzas no daban abasto, tuve que ceder... estaba en el suelo.. de pronto mis ojos se llenaron de lágrimas y un sudor frio de un miedo inmenso se apoderaron de mi.. su frente estaba abierta, baleada.. la sangre de Andrés fluía como grifo en verano en las calles de santiago... mi llanto no paraba... me quedé abrazándolo, esperando que otra bala, llegara a mi ....