Puede ser cierto que uno no escriba para los demás, pensando en los demás; pero cuando uno publica, debe pensar en los demás. Escribe correctamente, porque debes respetar a los lectores y al idioma, que nos pertenece a todos; escribe con claridad, porque los lectores quieren entenderte y no tener que descifrarte; y no te escudes en la libertad del creador para no revisar tus textos, para perpetrarlos, como diría Luder. Como me decía el otro día el Escritor que había sido Físico, citando a Quique, hay que cuidarse de los nocivos efectos literarios que producen las manchas solares.
—Cierto día, yo creé un platillo innovador —me decía el Escritor que había sido Cocinero (“Cheffffffffffffffffffffff”, pronuncia él, así, prolongando la efe hasta quedarse sin aire)—, y se lo serví a un cliente. Este lo miró, y como no le pareció apetitoso, pidió un pollo con papas fritas. ¿Pollo con papas fritas! Desdeluegamente, yo me ofendí, y lo traté de ignorante y arrogante y petulante, y otros «antes»; porque no sabía apreciar la comida con un innovador toque personal, la «cocina de vanguardia», que le dicen.
Yo le dije al Escritor que había sido Cocinero que lo comprendía bien, porque a mí, mi editor me anda criticando mis cuentos, aunque sin que yo me atreva aún a calificarlo con algún adjetivo terminado en «ante». Cuando ya haya publicado mi primera obra maestra, será otra cosa.
—El cliente me escuchó con paciencia, y antes de irse —me siguió diciendo el Escritor que había sido Cocinero—, me dijo que si esa comida tenía mi toque personal, pues que me la comiera yo.
Y el Escritor que había sido Cocinero me siguió contando todos los adjetivos en «ante» con los que había apostrofado al cliente impertinente. Por curiosidad, le pregunté en qué consistía el platillo que le sirvió.
—Algo con arroz y gelatina de fresa —me respondió el Escritor que había sido Cocinero.
—¿Un nuevo postre? —le pregunté, vivamente interesado, porque soy muy dulcero.
—No —me dijo—. Un plato de fondo.
Y yo me quedé agradecido de que, en la fiesta de artistas en la que me había colado, el Escritor que había sido Cocinero no hubiera sido el encargado del buffffffffffffffffffffffet.
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