Yo, una chica decente, jamás aceptaría ni una flor que venga de la mano de Antonio. Ni una flor. Es un machista, borracho, comunista, jipi, anarquista, delincuente y mujeriego. No. No acepto nada de un hombre como Antonio. Yo no debería estar hablando contigo, María Emilia, por haber dejado que te acompañara hasta tu casa. Bien podías haberle dicho que te estaba metiendo en un compromiso, porque tu vecino Raulito te veía desde su ventana. Raulito o el que fuere, María. Las mujeres somos magas para las excusas. Era cuestión de inventar algo para sacárselo de encima. Maldito jipi borracho y confianzudo. Ahora todo el mundo sabe que te juntas con él. Hasta es probable que crean que yo también ande metida en esto. Ay, María Emilia. Esto es tirar a la basura el esfuerzo de veinte años por mantener una imagen digna. Ay, María, me está bajando la presión. Ay, ay, ay. No, no es esto, no. Por Dios. ¿Qué es lo que estoy viendo? María, me desmayo. Agárrame, que me desmayo. Por el amor de Dios y la Virgen. No, no. Ay. Tu hamster, María Emilia, tu hamster ha ido devorando sus crías a lo largo de nuestra conversación. Oh, mi Dios. Ay. Me agarran palpitaciones. Esta alimaña está endiablada. |