Entré al jardín hace más de medio siglo y he visto irse a muchos de los que me rodeaban.
Se sale de una sola manera.
Muchos se van antes y por sus propios medios, pero sus cuerpos quedan aquí, tiene que abonar la tierra para que todo continúe.
Otros se resignan y se quedan hasta el final.
El jardín vive de nuestros dolores, anhelos, sueños y fantasías, que cada uno cumple según pueda.
Muchos buscan toda su vida una salida del jardín pero han girado alrededor de sus límites, varias veces sin encontrarla.
Otros se quedan junto al muro exterior con las esperanzas de poder saltarlo y escapar de una manera menos drástica.
Existen los que lo mejoran y cuidan y los que lo saquean y destruyen.
En estos años ha cambiado y yo con él.
No he contribuido mucho a sus mejoras pero tampoco a sus deterioro.
Espero, como cada cual a su manera, salir algún día del jardín.