Conocí a una mujer que vive en la calle B., cerca de la calle C.
Un día, charlando, le pregunté si conocía a otra mujer, de la calle C., a quien yo había visto hace muchos años en Mar del Plata. Me preguntó cómo era y se la describí. Claro que le describí a la mujer que yo recordaba, después de muchos años, de la cual me había enamorado. Yo era muy joven, entonces, y ella era más joven todavía.
- No, me contestó, hace mucho que vivo en este barrio, pero no la conozco.
Después me contó que una vez, siendo muy joven, había hecho un viaje a Mar del Plata, con los padres. En el hotel conoció a un muchacho, del cual se enamoró, pero no recordaba ni el nombre ni el aspecto.
- Uno cambia mucho con los años, dije yo.
- Si, dijo ella, aunque siempre parece como que hay algo que no cambia.
- Si, dije yo, cuando recuerdo a aquella mujer, a aquella niña, el amor que sentí entonces lo siento de nuevo, como si fuera hoy.
La mujer me miró y se echó a reir.
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