Que no que no.
Resultaba muy complicado articular esa primera frase. Era tan difícil no pagar copyright por aquellas palabras tantas veces dichas que la ventana abierta era una tentación a la noche ventosa y desapacible, como ella misma en el cajero automático de la sociedad de autores.
Texto agregado el 29-11-2008, y leído por 113
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