Mis hijos se preparan para salir, yo también me preparo, pero para quedame en casa, me baño, me perfumo y y me pongo un viejo huipil mas ancho que mi conciencia, mas delgado que mi voluntad y mas florido que mis ilusiones, preparo la cafetera, me aseguro de tener cigarros en abundancia, uno
que otro chocolate y los despido bendiciéndolos.
El aroma del café inunda mis pulmones, el silecio me permite oir sonidos que no escucho cuando hay gente en casa, grillos, cigarras, algún pájaro trasnochado y si llovió, oígo a las gozosas ranas, en ocaciones el silencio es tan profundo que me ensordecen sus sonidos.
Soy felíz, completa, total y absolutamente felíz,
el tiempo, recurso no renovable, es mío y para mí,
me siento mas rica que cualquier rico y mas afortunada que cualquier suertudo.
Mis familiares y amigos, no se cansan
(movidos por mi "soledad") en invitarme a salir,
y yo no me canso en contestar ¡no, muchas gracias! (¿Comprenderan que la verdadera soledad es no estar a gusto consigo mismo?)
La rutina de los viernes varía sin ritmo,
puedo hacer lo que quiera ¡y como quiéra!
de vez en cuando es sano saberse dueño del momento, léo, oigo música, filosofo, bailo hasta cansarme, veo películas viejas, (acompañadas de palomitas de maíz) recuerdo amores del pasado y me sonrojo y desencuentros que ahora me hacen sonreír, sueño mucho, visualizo deseos, establezco metas, me aplaudo o me corrijo, escribo notas de amor o simplemete me dejó caer en el sillón mirando el cielo, no pocas veces quedo abstraída en la nada difrutando la vacuidad, hasta que el cigarro consumido sin fumar, me quema los dedos y rompe el encanto de ver sin ver, de oír sin oír, ¡de ser sin ser!
Benditos placeres simples, que no por ser simples
son menos placenteros. Y asi como mi noche del viernes, mi noche del sábado y la de algunos domingos...
¿Existiran en el cielo "weekends"?
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