Voy andando con la motito bajo el sol radiante,
cuando de pronto paso por adentro de un túnel, sintiéndome un mosquito en el bosque;
aunque indignante de verdad sería tener que andar descalzo enhebrando pobreza.
Pero la vida pasa volando, pronto deberé adquirir algo más importante, aunque deba de abonar mensualmente cuotas hasta la podrida vejez.
A la mitad del recorrido del túnel pinché un neumático, teniendo que hacer el resto del camino arrastrando el ciclomotor por el sendero del costado. Y cerca de la salida descubrir entre un par de columnas sin mampostería una entrada al subterráneo. Las vías están allí puedo ver el gris brillando. Es extraño observar que nada resulta conocido, siendo que suelo utilizar este medio de locomoción subterránea, y que además dos túneles corran de forma paralela conectándose de una manera clandestina. Tampoco comprendo el porque no hay publicidades pegadas en las paredes.
Todo parece abandonado, una tierra de nadie.
Cuando por fin pude escuchar el sonido de un tren funcionando me hice de la idea de que estoy equivocado, que a este paso en breve llegaré a la estación Lisandro.
Pero en el aparato viajan monstruos que descienden a atacarme con sus garras, llevando como prisionera a una bella mujer que llora sin consuelo.
Con ahinco traté de ayudarla enfrentando al enemigo con mis puños, pero ella fue estrangulada al momento cubriendo todo de sangre.
Tuve que huir con la moto como estaba destrozando por completo, llanta, cámara, y cubierta. Pero nunca encuentro la salida,
siempre llevo en la espalda el tren persiguiendo.
Pasan los años y no envejezco, siempre estoy corriendo con los bichos acechando de cerca.
Nunca muero siempre agitado me estoy escondiendo. Viendo como otros cuerpos son arrojados por las ventanillas luego de ser rapiñados a jirones.


El señor Miguel Salerno esta cenando Espaguetis con salsa blanca cuando por atras un puñal atraviesa su garganta, la sangre inunda el plato quedando como una salsa mixta. Son los últimos segundos en la vida de Salerno. Piensa tonterías como cuando hay muerte cerebral. No queriendo aceptar el atentado. A duras penas se levanta de la silla sosteniendose con los brazos sobre la mesa.
Mira para todos lados como queriendo despedirse siendo que vive solo.
A duras penas logró quitarse la daga,
por la hoja descubre que es de su pertenecia.
Que su vida se apaga. Con premura intenta descubrir al asesino pero al ver objetos volando como pajaros deduce que fue un fatal accidente producto de un inoportuno milagro.


Dos hermanas solteronas que desde toda la vida conviven juntas, deciden contratar los servicios de un albañil para reparar la casa que se viene abajo. Luego de hacer diferentes consultas, aun a pesar de resultar ser el presupuesto más elevado
(y vale aclarar ellas muy recatadas y serias)
eligen por el color de ojos del obrero que irá a desempeñarse.
Un hombre de rasgos indefinidos, llamado Teodoro, que tiene antecedentes penales por sospechas de homicidio. La realidad es que Teodoro es séptimo hijo varón y en ciertos y determinados días se transforma en un hombre lobo asesino.
De todas maneras la obra marcha a la perfección y está tocando a su fin. Ellas en conjunto le solicitaron para mañana hacer horas extras y empalmar con la cena, que sería de despedida en honor a la linda amistad que los fue uniendo.
Nada parecía indicar que habría una tragedia, solamente que la luna está en su máximo esplendor.
El menú es sencillo: un guisado de lentejas,
con jugos tropicales.
Teodoro se siente molesto, tiene las orejas
que le laten como corazones. El no se codea con sus recuerdos poniéndose a juzgar lo sucedido,
es un ser ignorante que está siempre feliz.
Las hermanas se vistieron de gala con la mejor prenda que cada una dispone, además de pintarse para la ocasión con rouge y plancharse los cabellos.
Pero Teodoro encontró un grueso pelo en la comida,
reportándose con su conciencia intentó fugarse del agasajo. Solamente alcanzó a esconderse en el toilette, donde sufrió la completa trasformación.
La primera de las hermanas en fallecer,
dejó flotando en el rancio aire sus últimas palabras, un comentario acerca de la hermosa mirada que aun permanecía estando azul celeste.



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