Año de 1969.
Querido diario, otra vez busco refugio entre tus paginas blancas y desgastadas, bien dicen que el tiempo no pasa en vano, y es que yo me encuentro en una situación similar a la tuya, me miro en el espejo y no logro reconocerme, cada grieta que se ve claramente en mi rostro, no es mas que una historia que contar, que con el paso de los años se han hecho visibles, y que me dices de la luz que alumbraba mis ojos, ahora no se distingue ni siquiera un poco el color verde que les correspondía, y si retrocedo en las paginas es como si viviera de nuevo aquel tiempo que ahora se encuentra tan lejos, casi se me olvidaba del color negro e intenso que vestía mi pelo, hasta que encontré de nuevo esa pintura, donde me encuentro a su lado, de solo recordarlo, otra lagrima quiere escapar, pero mis retinas viejas y muy usadas ahora ya no lo permiten, son pocas veces las que lo recuerdo, y ni siquiera se porque lo sigo haciendo, talvez es porque yo si cumplí mi promesa, el juro que también lo haría, pero no, no lo hizo, lo espere por tantos años, cada día era una nueva esperanza una nueva ilusión, por tanto tiempo me dije; este es le día en el que volverá, y jamás nada supe de él.
Por un largo tiempo no quise afrontar la realidad, siempre mantuve la esperanza, seguía deseando que volviera, y por ese mismo tiempo evite hablar de él, pero ya llegó el día en el que debo narrar algo de lo que fue mi vida, y creo que un poco tarde ya es, pues mi pulso no es bueno, no escribo con claridad, mis ojos apenas alcanzan a distinguir la luz de la vela que me alumbra, siento algo de frío, creo que es hora de la despedida, no te angusties, que yo estaré bien, cuando al fin llegue el momento y ella se encuentre a mi lado, me regocijaré en sus tranquilos y paralizantes brazos, y en ese preciso momento desearía que toda la amargura de mi alma se llevara, la desesperanza se borrara y por siempre en paz me dejara.

Vanya Gil´S.