¡Qué recuerdos aquellos! Inolvidable, la brisa danzando sobre un lienzo nebuloso de Setiembre, el malecón como me encanta, sin gente. La luna sugiriendo las siluetas de los pescadores a una cuadra aproximadamente, y nosotros tomando vino enamorados de la vida.
Tantas imagenes puedo evocar de esas noches que me pregunto si aún existen realmente, si estamos todavía sentados en ese lugar, en alguna dimensión paralela que se revela solo ante la memoria.
Frágil y efímera memoria de la cual dependen tanas vidas, instantes, alegrías y penas. Organiza y recrea, distorsiona y construye. Y si tomáramos conciencia de que todo lo que vivimos ya no existe mas que solo en la memoria, ese artilegio que nos ilusiona y nos mantiene vivos. Esa condena que nos atrae y condiciona.