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Era una tarde de verano, Camila se dirigía a la playa donde disfrutaría del hermoso día. Ella como es de costumbre, llevaba puesto su bello sombrero color rojo cubriendo su largo y rizado cabello. Se dispuso a sentarse en su reposera, junto a la compañía de un buen libro que llevo para distraerse en las vacaciones cuando mira a lo lejos y ve a un apuesto hombre caminar para el mar. Como es de esperarse por su personalidad, tan discreta y tan conservadora, Camila rápidamente dejo de observarlo y continúo con su lectura.
Por supuesto, cuando a una mujer sea cual sea su personalidad y su carácter le atrae un hombre; no duda en mirarlo aunque sea desde lejos, eso hizo ella cada tarde en la plaza durante todas sus vacaciones, admirar al hombre de maya negra que nadaba frente a ella todos los días. Pero sin darse cuenta, el también la admiraba de lejos sin saber ni siquiera su nombre ni animarse a saludarla, para comenzar una relación. Ambos, sin saberlo estaban enamorándose con cada gesto del otro, cada mirada, y aunque no se lo dijeran a nadie ellos sabían que todas las tardes en la plaza era su lugar de encuentro y allí estaría el otro esperándolo.
Así pasaron los días, ninguno de los dos se animo a dar el primer paso en acercarse al otro. Y como ningunas vacaciones duran toda la vida, estas llegaron a su fin. El debía irse a su ciudad, al igual que ella. Toda la curiosidad por el otro parecía invadir sus días, sus últimas horas en la ciudad y las ganas, el deseo era más fuerte que cualquier otra cosa. Pero, como acercarse, como empezar, que decirle; si ni siquiera sabia su nombre y ya estaban grandes para estar con vueltas. Como lograr que la vergüenza y el miedo no impidan hacer las cosas y actuar en ese instante.
Luego de tanto pensar, Camila se decidió a ir a buscarlo a su habitación para presentarse e invitarlo a tomar un café antes de que marcharan. Desafortunadamente, cuando golpeo la puerta solo estaban dentro las empleadas del hotel ordenando la habitación para un nuevo huésped. Ella con toda su desilusión, fue hasta su cuarto para tomar su valija e irse hacia su casa.
Pero en el mismo instante, en que ella se dirigía hacia la habitación de Juan, el caminaba hacia la de ella para hacer exactamente lo mismo que ella, presentarse y decirle para tomar algo. Lamentablemente, el golpeo y nadie lo atendieron. Decidió seguir su camino sin haber podido sacarse las ganas de conocer a aquella mujer que lo hacia levantar todos los días para ir a la playa a verla y no lo dejaba dormir por las noches, pensando como seria su voz y viniéndole su figura todo el tiempo.
Cada uno marchó a su casa, para encontrarse con la rutina de sus trabajos, su vida de solteros y solo la compañía de sus mascotas, quienes fielmente están a su lado.
Paso un año, después de esas vacaciones y ambos seguían recordando aquella persona que miraban día a día, y la cual no pudieron sacar ni por un momento de sus mentes. Durante ese año, Camila fue promovida a trasladarse a otra ciudad a trabajar de lo que mas a ella le gustaba, escribir sobre cosas que le fascinaban y la llenaban de satisfacción. Por supuesto, ella acepto encantada en nuevo trabajo y se mudo a una cuidad cercana. Cuando llego, se acomodo en donde seria su nueva casa. Al otro día, se fue a la oficina que la esperaba para que ella plasmara sus mas hermosos textos, donde desde la entrada lo ve a el.
Anonadada por lo que le pasaba, se quedo muda y dura parada en la puerta, sin poder ni siquiera pensar en nada. No podía creer, que sea el, el hombre que todo ese tiempo guardo en sus recuerdos y quitaba las horas de sueño sin conocerlo. Trato de calmarse, respiro profundo, pero esa sensación de nerviosismo, ansiedad y deseo la invadía mas y mas con cada paso que daba hacia en interior de la oficina.
Entro, saludo y la recibieron muy atentamente. Una empleada se dedico a presentarle a su jefe, mientras ella buscaba por todos las lados al hombre de las vacaciones. Fui en ese instante, que entra a la oficina de su nuevo jefe cuando lo mira y ahí estaba el, sentado en su escritorio mirándola. Los presentaron y el, sin lugar a dudas también conocía a la mujer que tenia enfrente, era la famosa mujer de las vacaciones que no lograba sacar de sus sueños. Los dejaron solos, y sin decir nada se pusieron a hablar del trabajo, intentando disimular que ya se conocían. Pasaron horas charlando, hasta que no se sabe bien si el o ella, o los dos, o un viento que paso, o un impulso o solo sus cuerpos se acercaron, se besaron y no lograron decir nada. Porque cualquier palabra opacaría ese momento tan especial para los dos. Solo se miraron, con esos ojos transparentes que reflejan la felicidad en vida, se tomaron de las manos, sonrieron, y se quedaron así por un buen rato. Sin decir nada, solo mirarse. Admirarse pero esta vez más de cerca y sabiendo que el amor, no se iba a escapar de ese cuarto y que ese viaje no iba a terminar tan rápido como las vacaciones.

Fin

“A veces la vida nos da una segunda oportunidad, pero otras no. Si esa persona es para vos, volverá con el tiempo, con los años y con un poco de suerte en el destino. Todo se acomoda de tal manera que nada es imposible y mucho menos imperdible”.

Texto agregado el 27-11-2008, y leído por 122 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
01-12-2008 me gusto, asi con ese final feliz, y si al final la reflexion que haces es acertada... una vez escuche que las almas se buscan, tu historia me lo vuelve a confirmar :) arcano20
 
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