Hasta hace tiempo siempre soñé con la mujer ideal, aquella que fuera mi musa, que llenara mis expectativas, siempre soñé, hasta que te conocí, entonces ese sueño se convirtió en realidad.
Nunca pensé que existieras y de hacerlo, nunca creí encontrarte. Que equivocado estaba: siempre estuviste ahí, aguardando a que te hallara. Espere más de 15 años a conocerte y algunos más para que estuviéramos juntos, valió la pena porque cuando estoy contigo el tiempo deja de existir para dar paso sólo al amor de nosotros.
Te amo, porque en ti mi espíritu reposa y en tus brazos mi alma encuentra sosiego. En ti no existen diferencias sino complementos e mi existencia la tuya. Te amo, porque eres capaz de convertir en un instante en una eternidad, una exclusivamente para nosotros. En ti subyacen mis deseos e ilusiones, eres dueña de más profundo de mis secretos, tu subyugas mi voluntad, por amor, el que tu has despertado en mi. Por ti sería capaz de todo, daría mi vida sin pensarlo por preservar la tuya. Y cuando te alejas no existe distancia, sino una cuenta regresiva hasta nuestro próximo encuentro porque cuando llega es casi celestial.
Así es ella: (ya lo he dicho) la mujer que siempre soñé y que nunca pensé encontrar. Su nombre es hermoso como las flores, aunque no se parezca al de ninguna de ellas, menos al de las margaritas, no importa, yo simplemente la amo y ella me corresponde; y así juntos, caminaremos tomados de la mano, amándonos, fundiendo nuestras almas, hasta perdernos en la eternidad.
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