Respeta el punto de vista. Si escribes un cuento desde el punto de vista de un gato, describe el Universo como ratones y pelotas de estambre. Si ves las cosas desde las alturas, como las águilas, no te metas después bajo la tierra a contar como un topito. En un cuento, la brevedad de la narración casi nunca permite múltiples puntos de vista: si tu cuento requiere de esas transmutaciones, tal vez estés escribiendo una novela, y no lo sepas.

(La conversación con el Escritor que había sido Zoólogo me ha provocado una debilidad por las metáforas zoológicas.)

—Todos conocen la historia del “Patito feo” —me decía la Escritora que había sido Maestra de Jardín de niños—. El patito feo era despreciado por los otros patitos, hasta que al final crece y se convierte en un hermoso cisne. Pero éste es el punto de vista del hombre: para el hombre, un cisne es más hermoso que un pato. Pero no para los patos.

—Lo que realidad sucedió, es que los patitos lo seguían despreciando —me seguía diciendo la Escritora que había sido Maestra de Jardín de niños, mientras mordía con complacencia un canapé de paté—, porque podía ser un cisne muy hermoso; pero un cisne, visto como pato, seguía siendo feo.