Con furia resuenan sinumeros de campanitas. Cardumen con pique tremendo que luego se hicieron fritanga.


Ha pasado tanto tiempo que ya no tiene sentido morir. Besé sus labios y los mios se hicieron eternos.
La siesta se prolongó hasta la madrugada del vierne pero ella ya no tiene sueño.


Mauro Estrada está prófugo de la justicia escondido detrás de un disfraz de elefante.
Con su ridícula trompa hace sonar una trompeta en un atril para espantar la mufa del diablo.


Cuando el hombre murió su alma se elevó tanto que llegó al cielo.


Oh, el chuasco (el cercano este) un infartante sabor que vendría a ser la tormenta que hace Bowling. Una dulce estadía por encima de la estratofera. Un viento con aire de Brizuela.


Atrás quedaron tantas cosas en el camino que recordar es como andar por un tendedero.
Ahora debo vivir este fatal presente e ingerir los dardos como un montón de grajeas.


Un niño llamó maricón a su padre y huyó corriendo.
Su hija le extendió la cuota mientras le avisaba a su madre que ahora es mujer de cien años;
y ambos ellos rezongaron con pensamientos impronunciables.
Después hicieron una ronda donde se juraron amor eterno; dejandose morir de alegría por estar viviendo.


En un perímetro del mar (zona) donde acostumbro navegar con mi tabla: dos embarcaciones se enfrentaron en cruenta batalla a los cañonazos, ambas se hundieron. Aun percivo el eco de la muerte, escucho extrañas voces, sonidos de risas y llanto.




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