Ya los rostros no pueden voltear a vernos por las calles,
ya no pueden ver solo la pena que prende en mi,
ya todos se perdonan excepto la tarde,
y el sentimiento que me provoca sentir.

Solo los astros recuerdan su reencarnación
esa que le daba un cuerpo nuevo
alimentado por nuestros actos
y mi impulso de ser yo toda la pasión.

.Así fue, todo suyo, mientras no quedaba nada mío,
mis dedos obraban en otra dimensión,
dormidos en su cabello,
saboreando el mar de la tentación.

Y fui cada día en ella un pedazo de su cuerpo,
para después que en la separación
volara tras los montes y galopara junto al viento.


Si, todo fue la entrega sin espera
y aun así la ame,
tanto, me pidió que no pude, ni siquiera me fije,
y ahora me doy cuenta, tarde para la tristeza,
que ni con sus besos… me quede.