No quiere ni recordar cuando le conoció. Lo adorable y atento que era. Es imposible pensar en el así, ahora, después de la enésima paliza.
Con el cuerpo lleno de moratones por los palos, y el alma contusionada por los insultos, se arrastra como puede al teléfono, para pedir ayuda, la ayuda de una desconocida que contesta al otro lado.
Una decisión que la hace sentirse más sola que nunca. Más sola que cuando los que la rodean, miran hacia otro lado simulando no enterarse de su situación. Mas sola que cuando ve, que quienes conocen su problema, aun hablan con respeto a su cobarde verdugo. Aun más sola que cuando está sola con el.
Aun siente vergüenza al hablar con la desconocida del otro lado del teléfono. Aun le queda un doloroso camino hasta poder sentir vergüenza de quienes toleraron, ignoraron, admitieron e incluso justificaron los palos que ella ha recibido.
Ese día llegará. El día que identifique a ese animal como su torturador y a todos los que no hicieron nada por ayudarla como sus colaboradores. Ese día podrá ser libre e intentar de nuevo ser feliz. Y ese día llegará. Y con un poco de suerte podrá ver pudrirse, en su propia miseria, al abominable ser que un día amó y que jamás mereció su corazón


NO A LA VIOLENCIA DE GENERO. NO SEAS COMPLICE.