echados en el pasto
con la panza al cielo
vomito recuerdos
como sinfonías siniestras
que se clavan en dos
de mis costillas
la tuya y la mía
volviéndome discordia
de sonidos vibrantes
aquejandonos el alma
después de la tierra
después del asfalto
te corres desnudo
por la espalda de quien
ya no es la golondrina
que visitabas por invierno
rasguñando el aire
de aquella mezcla rústica
en algún cerro sin luz
perdido en tantos gritos
sin voz
sin vos
sin yo.
Texto agregado el 24-11-2008, y leído por 110
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