Aún la veo andando por mi casa, con sus quince años apenas y ese cuerpo aún sin formar, con sus gruesos labios y esas trenzas negras como sierpes y sus piernas torneadas por un griego. Y yo, parado como león enjaulado, listo para darle una mordida. La quise desde el instante en que la vi, pero, todo pasa… Le hice un hijo y ahora vive con otro. La recuerdo siempre, echada en mis brazos, rogando el cielo en mis ojos, un seguro de amor eterno, mientras mis piernas y mi falo abrían ese ducto a la creatividad... Sentía tantas cosas, como delirio, amor, pasión, deseo, etc. Sentía que era un ser humano carente de sueños, de amor verdadero. Ciego desde que nací y muerto por las cuchilladas del tiempo. Este se ha hecho humo. Ella, hoy por hoy vive con otro, lejos y dentro de él, y con mi hija a su lado… No les deseo su mal, pero su última risa dolió tan fuerte. Debo de ser un bruto para creer en el amor por ella, pero ya, hasta aquí llegamos corazón. Fue lo que siempre fue, un bello recuerdo del cual lo viejos como yo alimentamos el resto de vida que cargamos. Ruego lo mejor para todos. Mis días son gentiles conmigo, el tiempo se hace fresco con brisa de tarde primaveral. Debo de ser un enamorado de la vida. Debo creer siempre en el amor, pero hoy por hoy el amor no es un ser humano ni un recuerdo. No. El amor es un sentimiento hermoso ubicado dentro de mí. Gracias al clamor de este corazón y las noches de soledad en que pude abrir mi pecho y dejar que manantiales de dicha fluyeran por mí ser… Salgo a la calle henchida del resto de mi vida y con ese brillo que gozan quienes aman, pues así se vive… sólo así… La he vuelto ha llamar y me he reído sin parar. Ha colgado y he vuelto a llamar y a reír… Ha contestado ella y ha dicho si estoy loco. Sigo riendo y no paro porque mi pecho es un ducto de la dicha que nace siempre en mí… sólo así se puede amar, a quien sea y a quien no… a quienes recordamos y olvidamos y a quienes matamos de amor…
San isidro, noviembre de 2008
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