Esta es la historia de un frustrado cantante lírico
llamado René Lisaldo Ruiz Calderón.
Un proyecto de gran tenor con un defecto que se fue haciendo crónico durante su corta carrera profesional. Un instante de desafinación que cual hipo eterno nunca pudo dominar. Allá en el llano de los comienzos, cada tema que magistralmente ofrecía llevaba una marca de ese defecto.
Un punto álgido para mal, donde la nota musical desviada, se hacía sentir en el oído como la tiza patinando sobre el pizzarón. No obstante,
por lo bonito que canta, alcanzó a trabajar cual sparring de la mano de Placido Domingo, Pavarotti, José Velez. Pero pasó desapercivido, nunca alcanzó fama alguna (Un hombre joven que malgastó su fortuna en una noche de despilfarro).
Pero ocurrió que estando de paseo en un Shopping,
sobre el primer piso mirando hacia la galería,
tuvo un ataque de impronta donde sintió que ese defecto ya no molestaría, y la correspondiente urgente necesidad de cantar en ese preciso momento y lugar. Y así lo hizo acaparando la atención del público que luego de terminado aplaudió a rabiar. A la perfección interpretó: Estrellas en la noche, por momentos haciendo rememorar al propio Frank Sinatra, pero con una voz propia e inconfundible. Y nunca sopló la aguda nota extraña. En seguida le pidieron a coro batiendo palmas una segunda entrega.
Entonces entusiasmado pues el problema había desaparecido arremetió a capela con: La noche que me quieras, de Gardel y Lepera.
Pero promediando el tema, una segunda voz idéntica se sumó acaparando la total atención de los presentes, que con la mirada buscan desesperados al nuevo protagonista.
Que resultó ser un conocido imitador de la televisión. Quien no dudó en incorporar la presencia de René a la troup. Perteneciente a un teatro céntrico colmado de legítimo público.
Este famoso imitador en breve lo llevó a la fama,
pero ese defecto volvió para hacerse notar,
con lo cual no podía asistir a las entrevistas,
teniendo que cantar solamente fragmentos de los temas evitando que aparesca el mensionado exabrupto. E inclusive el CD que dejó gravado tiene la mitad de las canciones disimuladas tapando el momento crítico.
Lo cierto es que el gran imitador comenzó a tenerle odio, no pudiendo tolerar su presencia.
Por ende en complicidad con el resto del elenco, decidió matarlo en el propio escenario en el preciso momento en que cantaban a duo: Mi buenos Aires querido. Como la escenografía de la primer escena trascurre en un barco cambió la marcación de su entrada haciendolo esconder debajo de una lona;
antes de que tenga que intervenir con una tabla golpeó fuertemente su cabeza quitandole la vida.
|