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Caleuche en la ciudad



Inche neken Abtao, [yo soy de la última tierra] ésta que ahora habito no es mi tierra ni estos trilwe [arboles] ni este aire me pertenece, cambie mis bosques y mis ríos por esta ciudad y hoy camino por esta avenida sólo ¡Ay Ngenechen kusha! [Esposa de mi Dios] olvidado. Frente a mí, una aparición mitológica. Un barco navega entre la niebla, trobur n´eyen mapu w´tre, [entre la niebla y el aire frío], surcando el pavimento y el adoquín. Intento esconderme tras los árboles y mis viejos recuerdos. La luna, (que estaba llena) también se escapa temerosa y l´ai küyen [se eclipsa] ¿acaso tendrá miedo que se esconde entre las nubes? y ennegrece al mismo cielo y la tierra se queda en sombras.

Hay un Barco- Mentira frente a mí, que ha zarpado del puerto Olvido–Presenté, (Puerto de raro nombre), del País de la Tierra–Misterio ha zarpado, trayendo consigo ese aroma conocido de Mar y Sal, de Mar- Silencio y soledad.

Amarillentas luces cuelgan tristes en lúgubres mástiles, mástiles que sostienen raídas velas, allí alcanzo a divisar. ¡Hay marinos sobre cubierta!.

Vestidos de negro están los marinos y saben mi nombre: Reclaman por mí agitando sus manos con los brazos en alto, como barreras de espigas que enfrentan al willy kür´f [ viento del Sur] Agitan sus brazos. Y sus gritos se ahogan entre sus huesos y mi piel… Es mi nombre el que repiten, es un Huecuru, [un espíritu maligno] del Sur, es Angeun: [Señor de la tristeza] quien los guía. Yo que abandone a Ngenechen por un Dios winka y olvide por tanto tiempo a Chau kume [mi padre bueno] ahora mandó por mí. Para librarme de las penas

Son marinos de huesudas manos y gargantas secas. Vestidos de negro están los marinos. Navegando vienen sobre una marejada de asfalto sombrío, entre edificios y semáforos. La ciudad está tan sola, pero ya no les temo (tengo la tristeza de Angeun, desde hace ya tanto tiempo) Agito también mis manos y les grito que esperen. Necesito unos minutos. Que esperen. Debo guardar en la Maleta–Olvido junto a la ropa vieja, las ilusiones y esperanzas que nunca fueron. Tengo que esconder a Valparaíso en una Caja de Piedra (que robe a sus cerros) para que el viento no se la lleve y los relámpagos no la quemen. En Caja de piedra, de viento y fuego esconderé mi recuerdo para que inmaculado perdure en el tiempo infinito, en los siglos y en mí, para que sus escaleras no se confunda con otras escaleras, ni otros techos ni otras lluvias, para que no se derrame el recuerdo y tu imagen se eternice más allá de mis sentimientos y mis horas.

Que esperen les grito. Los marinos mueven sus brazos. Son marinos vestidos de negro de huesudas manos y gargantas secas que pronuncian mi nombre… Invitándome. Necesito unos minutos - les grito - En un frasco de vidrio pondré (con todo cuidado) el recuerdo grato de los que ame, encerrare en vidrio sus risas, para que sus alegres voces permanezcan y no los absorba el éter del firmamento y no se mezclen con otras risas ni otros ecos.

May amuan p´rapuan [sí iré y subiré] les grito encaminándome a ellos (los llantos y las penas se las regalo al viento). Percibo tan fresco el aire. La luna se asoma tímida escudriñando mi partida.

La escalerilla cuelga lánguida por estribor, las amarillentas luces me cubren…

Soy un marino de este Barco–Mentira y navegare a la Tierra–Misterio a Encontrarme-Perderme con la nueva Vida–Muerte.

Soy lo que siempre he sido, un marino vestido de negro, un siervo de Ngenechen y un esclavo Angeun Señor de Soledades.

Nuncio Cabbada

Texto agregado el 23-11-2008, y leído por 261 visitantes. (0 votos)


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