Extrañamente, el segundo que espera en el rosario sempiterno del tiempo, no aparece o no quiere aparecer. Ante esta extraña instancia y como la misión de estas partículas infinitesimales es simplemente fluir, el segundo que se va, no pudiendo hacerlo hacia delante comienza a retroceder, las letras de este texto que escribo comienzan a desaparecer poco a poco de la pantalla del mismo modo que la idea que estoy desarrollando se va olvidando de mi mente y luego me descubro que me levanto de la silla y retrocedo hasta la puerta, la que abro para salir y lo extraño es que le coloco llave, en circunstancias que nunca lo he hecho antes. Sigo retrocediendo, retrocediendo y hago todas las cosas al revés, me veo con la escoba en la mano mientras la basura comienza a desperdigarse por el suelo y todo me parece tan extraño. Es como si rebobinase una cinta de video viendo como las imágenes se desarrollan en reversa. Después de la tarde llega la mañana y sin saber por qué me acuesto y luego veo como todo comienza a oscurecerse. La campana del reloj suena justo en el momento en que me quedo dormido y sueño que camino de espaldas y las enrevesadas imágenes de mis sueños se enredan aún más en este continuo retroceder. Despierto de noche, me levanto y el sueño comienza a espantarse poco a poco. Ceno una frugal sopa y a medida que cuchareo se va llenando el plato. Me levanto insatisfecho mientras me alejo retrocediendo de esa exquisita sopa que humea en la mesa. La noche da paso a la tarde. El sol comienza a asomarse por las montañas de la costa y se va aclarando el crepúsculo, en una sinfonía de hermosos colores, a la vez que el calor comienza a intensificarse.
Han transcurrido varios meses. He visto la resurrección de mi abuela, que, de yerta en el lecho, ha abierto sus ojos, ha sonreído y de los ojos de mis familiares comienzan a subir las lágrimas por sus cauces naturales, la anciana se ha levantado del lecho y hasta da algunos pasos, en reversa, por supuesto. De su desdentada boca salen vocablos que parecen pertenecer a un idioma indescifrable. Yo mismo me sorprendo hablando la misma jerigonza, todos lo hacen, el tiempo continua fluyendo al reves.
Varios años se han sucedido en esta extraña vorágine. He presenciado varias resurrecciones y desapariciones de menores. Mis hijos se han ido empequeñeciendo poco a poco, tanto así que el menor de ellos se escapa de mis brazos para ir a parar a los de la enfermera. Dos años después pierdo a mi otro hijo del mismo modo. Poco después, de la luna de miel, regresamos con mi esposa a la fiesta de bodas y de allí retrocedemos todos a la iglesia, de allí al registro civil, despegamos nuestros labios de un beso, ella se aleja y en poco tiempo es para mi una simple desconocida. Regreso a mis años mozos, al colegio, me empequeñezco, comienzan a borronearse mis recuerdos, balbuceo algo ininteligible, me parece sentir mi pequeño cuerpo completamente desnudo, introduciéndose por un blando orificio para anidarse en una especie de río tibio en el cual comienzo a flotar a mis anchas, esas son sensaciones exquisitas independizadas de cualquier tipo de razonamiento.
Mi cuerpo comienza a desaparecer poco a poco. Mis manitos son ahora dos muñones, mis piernas también se esfuman con el transcurso del tiempo. Parezco un pececillo que apenas se mueve en esa acuosidad opalescente, voy nadando, nadando y empequeñeciéndome, nadando y empequeñeciéndome, cada vez más, cada vez más…
Me parece que mi fecundación dará paso a la inminente destrucción de mi diminuto ser, engullido por la anarquía de un tiempo que, desobedeciendo a todas las leyes establecidas por la naturaleza me transformó en … airotaiciporp amitcív uS
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