Hoy ha sido un terrible para nuestra guerrera ciudad. Digo guerrera porque hay que ser un batallador para vivir en esta ciudad. Empezó con un día nublado. Y ya a las horas de la tarde cayó un diluvio universal. Las tierras temblaron, muchos cerros se fueron abajo, y algunas casas fueron tapiadas y las calles colapsaron.

En esa tarde estaba haciendo mis compras navideñas. Me encontraba en el centro comercial del Márquez, y empezó a llover. No le di importancia así que me fui por el metro para tomar después el metro bus. Pero después a la salida fue toda una odisea. La lluvia era salvaje e inclemente. Gracias a Dios llegue a una parada y solo me faltaba unas cuantas cuadras para llegar a mi casa. Pero no cesaba de llover. Eran ya las seis de la tarde y seguía lloviendo. Así que decidí: “o es ahora o nunca”. Me fui corriendo y salte todas las cuadras, los carros me bañaron al cruzar las esquinas, pero no mire atrás. Era una lluvia torrencial. Al llegar a casa estaba empapada como un pollito mojado, pero estaba en mi hogar. Pensaba con tristeza como estarían los demás personas que desgraciadamente no llegarían a sus casas producto de la crisis del mal tiempo y la falta de transporte colectivo.

Al llegar a mi hogar me entere de cómo había sucumbido la ciudad. Los ríos se habían desbordado, muchos cerros se habían venido abajo con todas las consecuencias que tiene en nuestra comunidad. Es una lastima que como país no estemos preparados para estas calamidades.

Ya el domingo tenemos elecciones regionales. Espero desde el fondo de mi corazón aturdido que los entes gubernamentales sean capaces de resolver este tipo emergencias locales, que es lo que realmente lo que nuestro país necesita.

Judith