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una novela hecha en compañia de mi gran amigo cesar jacobo espero la disfruten y nos dejen sus comentarios buenos o malos.




A las 3:15 pm había quedado de encontrarme con mi mama en su apartamento pues ella tenía algo muy importante que decirme sobre mi hermanita, Valeria que por entonces tenía 18 años y estaba empezando la universidad. Por su voz, cuando ella me llamo en la mañana supe q algo andaba mal. Llegué, y mamá me abrazó muy fuerte al verme, me dijo que me pusiera cómoda mientras ella iba a la cocina y prepara algo rico de comer. Al momento que esperaba a mamá se escuchó en la calle un gran estruendo, miré por la ventana y vi como un carro acababa de atropellar a una persona y chocó con un poste de electricidad. La gente gritaba como loca “llamen a una ambulancia!”. Quede fría y a mi cabeza vino aquel recuerdo que aún no logro borrar de mi mente.
Tres años atrás, salíamos de aquel restaurante donde celebramos mi cumpleaños número 23. Todo iba bien, veníamos en el carro hablando con Andrés y le decía lo feliz que él me hacia. Note que me trataba de decir algo, pero no se atrevía. Lo miré y le pregunté qué le pasaba y si tenía algo que decirme.
-Sí -respondió finalmente- no es fácil, pero debes saberlo: ¿recuerdas la persona con la que te fui infiel? Está esperando un hijo mío.
En ese momento mi vida se derrumbo, reaccioné impulsivamente, tuve un ataque de nervios y comencé a empujarlo y golpearlo hasta que perdió el control del automóvil y caímos a un precipicio. Casi al instante empecé a escuchar voces que decían, “hallamos un cuerpo sin vida y éste aún tiene signos vitales, esta viva!”.
Cuando abrí los ojos nuevamente, oí voces que decían mil cosas, como aún respira, pobre niña tan joven y en estas condiciones... No entendía por qué ellos no me escuchaban a mí y hablaban como si yo no estuviera bien.
Había una enfermera que se llamaba Rosa. Ella todos los días pasaba a verme me hablaba me contaba sus cosas. Ella dejó una huella en mi vida, pues un día mientras me hacia una visita empezó a llorar y me comentaba de la pérdida de su hija:
“Carolina debes ser fuerte, luchar por regresar del coma en el que llevas 9 meses. Tu familia no sabe qué hacer, los médicos deben desconectarte, yo no quiero que eso pase... hace unos años perdí a mi hija Romina, ella era saludable, fue patinadora profesional de hielo y sufrió un accidente quedando parapléjica en una de sus presentaciones. No puedo volver a ser la misma de antes sufrió tanto que murió de pena, de soledad, de impotencia, pero mi gran error fue no ayudarla a luchar por vivir, por salir a delante, por ser fuerte. Por mi trabajo no le podía dedicar el tiempo que ella requería para sentirse querida, apoyada por mi, por el ser que ella más quería. Por eso Carolina me he esforzado tanto porque mejores, por que sé que puedes oírme, porque sé que te sientes acompañada. Tu familia jamás tiene tiempo de venir a verte, se han olvidado de ti, se resignaron a que tu ya no estarás, es muy difícil para ellos, pero sé que puedes ser fuerte y despertar. No quiero que la historia en mi vida se repita de perder a un ser especial en estos 9 meses me he encariñado mucho contigo y la verdad no es justo q te vayan a desconectar…”
En aquel momento sentí un viento que llegó directo al corazón, Rosa estaba llorando y yo sentía las ganas de hablarle, pero no podía. Me sentí inútil, cuestione a Dios, reclamé el por qué estaba pasándome esto, esta pobre mujer llorando y yo sin poder hacer nada, después le ofrecí mis disculpas y le entregué mi vida, le entregue mi angustia... y dejé de pensar. En cuestión de segundos abrí mis ojos y empecé a respirar, Rosa reaccionó gritando “¡Llamen a un médico, por favor, Llamen a un médico!”
-Carolina... Carolina –me despabiló la voz de mi madre
-Disculpa mamá, me he quedado recordando aquel accidente que tuve con Andrés al escuchar la gente abajo gritando, mis recuerdos volvieron a ese día que desperté del coma. Pero bueno, ¿qué era lo que me tenías que decir de Valeria? –le pregunté.
En ese momento sonó el teléfono celular, y entre gritos de desesperación y nervios me dijo: “¡Vamos al hospital!”
Nos hicieron pasar en la guardia y me encontré con los ojos derrotados de Rosa, aquella enfermera que salvó mi vida. Me miró sabiendo que el dolor de ese momento era mucho más que la alegría del reencuentro, se dirigió a mi madre diciendo:
-Señora, la niña está en coma, pero las cosas se complican aún más... usted sabía que Valeria tiene HIV –en ese momento miré a mi madre y cuando vi que miró el suelo, entendí lo que me quiso decir al llamarme, mientras Rosa se detuvo y luego continuó- por los análisis practicados confirmamos que Valeria tenía 2 meses de embarazo pero el bebe no sobrevivo al accidente.

Texto agregado el 21-11-2008, y leído por 300 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
22-11-2008 Ah, espero no esté basado en hechos reales. dr_truman
22-11-2008 Se nota el toque de tu estilo combinado con el ritmo de anécdota que le imprime cesarjacobo. Así relatas una magnífica aunque dramática historia, quizás con muchos nudos emocionales envueltos en una atmósfera de pensamiento juvenil. Me ha gustado. Felicitaciones. dr_truman
21-11-2008 Dramática historia.Bien escrita chapicui
21-11-2008 ay, que tristeza!!! el texto cumple su objetivo, interesar al lector en él divinaluna
21-11-2008 si ,en verdad muy conmovedora .Felicitaciones kora. mapata
21-11-2008 Muy triste y conmovedora historia. ***** Un abrazo JAGOMEZ
 
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