En un pestañeo pasaron varias semanas y el semestre estaba ya finalizando, daba la impresión de ser una especie de bestia que amenazaba con devorar a casa uno de los estudiantes de la Universidad, quienes corrían acelerados y despavoridos por cada rincón del campus. Durante este tiempo, Rojo fue reduciendo el recuerdo de Marrón a niveles increíbles y en gran parte debido a que se enfocó en su tesis y en sus tres amigos, además de seguir en contacto con aquel joven que lo contactó el día que decidió seguir adelante.
Muchas cosas inusuales habían ocurrido en estas semanas, Violeta y Fucsia, las reinas del submundo gay universitario, habían terminado cuatro años de relación, provocando la sorpresa e impacto de todos sus fieles seguidores, incluido Rojo, que era amigo de ambas. Tan irremediable parecía la situación que, Fucsia dejó la ciudad y se rumoreaba que incluso el país. Violeta por otro lado pasó por todas las etapas de una ruptura, la confusión, tristeza, rabia y serenidad. Rojo intentó apoyarla en cada instante aunque no se sentía con propiedad para ello, si bien ahora estaba bien parado, no era necesario hacer mucha memoria para recordar lo patético que Marrón lo dejó.
Entre tanto estudio y Caos, Rojo aún no concretaba una cita con Bermellón, el chico de la pagina de contactos, en parte por sus deberes académicos y también porque temía volver a padecer situaciones semejantes a la de su última experiencia. Pero tentado por las muchas similitudes, ambos decidieron juntarse. La reunión no pudo iniciar de forma tan simbólica, ambos jóvenes decidieron verse afuera del restaurant donde Rojo y Marrón se reunieron la última vez, aunque esta vez no fue Rojo quien llegó primero, cuando el chico se aproximaba pudo divisar a Bermellón tirado en el pasto frontal de aquel lugar, con apariencia despreocupada y entregándole una gran sonrisa cuando lo vio. Bermellón se puso de pié y ambos se saludaron de mano, quisieron entrar al local a almorzar, pero era medio día y estaba completamente lleno así que tuvieron que caminar hasta el casino y utilizaron el trayecto para ponerse al tanto el uno del otro.
-Así que estudias Artes visuales- recordó Bermellón.
-Así es- Respondió Rojo.
-¿Será verdad que el profesor de Color es gay?- Preguntó el muchacho a Rojo.
-Eso dicen en la carrera, pero no sabía que el rumor había trascendido a otras facultades- dijo sorprendido Rojo.
-Es que estamos muy cerca pues, la Facultad de Artes musicales y visuales están separadas únicamente por el jardín de liliums - Recalcó Bermellón haciendo notar una de las tantas semejanzas que ambos chicos tenían, ambos estudiaban carreras artísticas.
Rojo y Bermellón no sólo compartían similitudes físicas; ambos bordeando el metro sesenta y algo de altura, tenían un similar tono siena tostada de piel, y sintonizaban bastante bien, la semejanza se rompía al ver la extroversión inusitada de Bermellón y contrastarla con la reserva y compostura a todo momento de Rojo, quien tendía a ser más comunicativo en la red que en persona, incluso había hablado de la posibilidad de besarse con Bermellón y ahora, que estaban caminando juntos no sabía si eso ocurriría.
El almuerzo fue increíblemente monótono, Bermellón habló y habló de sí mismo, casi sin dejar expresarse a Rojo, lo que en otras oportunidades hubiese molestado mucho al joven, pero la forma en que Bermellón contaba sus historias y como ni siquiera podía concluirlas cuando se atacaba de la risa le parecía muy gracioso y mitigaba la desconsideración. De entre las cosas que Bermellón le contó a Rojo estaba su última relación amorosa fallida, otra cosa en la que ambos se parecían. Pero ninguno quiso profundizar mucho en aquel tema, claramente esas heridas no cicatrizaban del todo en ambos. Tras almorzar, ambos se recostaron en el pasto y comenzaron a charlar, entre la conversa, Bermellón comentó que la persona que le partió el corazón estudiaba en la Facultad de ciencias, Rojo sorprendido le confesó que ahí estudiaba justamente su rompe corazones. Entonces, advirtiendo demasiadas semejanzas, Bermellón preguntó el nombre del chico en cuestión.
-Marrón- Dijo Rojo y notó como el rostro de Bermellón le dejaba todo claro…
-El mundo es un pañuelo- Indicó Bermellón. Además de todas las similitudes físicas, emocionales y académicas… ambos muchachos habían sufrido por el mismo chico… ambos habían pasado por lo mismo y eso los unía más. Entonces Rojo notó que la charla comenzó a centrarse en Marrón y no le pareció cómodo, se lo manifestó a Bermellón y este, para disculparse lo invitó a su departamento, a unos pasos de la Universidad. En el camino, ocurrió lo impensado, mientras ambos muchachos se reían de la casualidad y suponían la cara que Marrón pondría si los viera juntos. Desde el departamento de idiomas ambos muchachos vieron como el joven se les acercaba con un notorio rostro de sorpresa. Marrón se detuvo y los saludó a ambos de mano, la primera pregunta vino de cajón: ¿Ustedes se conocen?- Dijo el muchacho con tono nervioso.
-Desde hace siglos- Mintió Bermellón e inmediatamente se despidió de Marrón excusándose en que él y Rojo tenían cosas que hacer, poniendo una mueca maliciosa y abrazando a Rojo del cuello, ambos se marcharon dejando a Marrón atrás.
El calor reinante y el predominante color ocre en el barrio al que ambos se dirigían parecían no amedrentar a los muchachos que aún reían a carcajadas por la expresión en el rostro de Marrón. La sensación de victoria era impagable, el Karma nuevamente entraba en acción, el destino uniendo a dos seres muy similares para juntos poder ayudarse y quién sabe qué más...
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