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el misterio de la yegua del hermano Morrales

Pudo haber sucedido en un pueblo perdido de la costa o en algún barrio periférico de cualquier ciudad, la historia es de personajes que encontraremos en cada esquina de nuestras vidas.
El hermano Morales era un anciano de edad indefinida, al que recuerdo vestido siempre del mismo color, entre plomo y verde musgo. Le decíamos hermano, no porque fuera sacerdote o hermano de alguno de nosotros, sino, porque era evangélico, claro que a su manera, porque de vez en cuando tomaba algún liquido espirituoso y cada vez que lo hacia le daba por insultar a su yegua.
Debemos decir que el hermano Morales tenia un carretón, con el que trabajaba vendiendo arena sacada del rio, el carretón era tirado por una yegua cariblanca, mañosa y asustadiza como ninguna. Pero era buena gente el hermano Morales todos los domingo en alguna esquina de la plaza, se le veía con un grupo de evangélicos, desentonando himnos a todo pulmón y los días jueves, con la biblia bajo el brazo camino de la iglesia.
La entretención de los mozalbetes del pueblo era molestar a la yegua, algunas veces cuando veíamos a lo lejos que venia el carretón , poníamos en el medio de la calle una hoja de periódico con una piedra encima, cuando la yegua veía el papel y este se movía con el viento, paraba las orejas, comenzaba a caminar hacia atrás y el hermano morales gritándole toda la batería de insultos con el mismo vozarrón de los días domingo, tranquilizado el animal, se bajaba el pobre viejo, recogía el papel y continuaba su camino con paso cansino hacia del rio. Pero un día domingo el hermano Morales no apareció por la plaza, su característico vozarrón no se oyó entre los cantantes religiosos, se corrió entonces el rumor que el hermano estaba enfermo, fuimos con un grupo de chiquillos a curiosear cerca de su casa vimos el carretón pero en ninguna parte estaba la yegua.Apareció el pobre viejo demacrado y triste, nos pidió que les devolviéramos a la pilule, supimos recién ahí, que la yegua tenia un nombre y que estaba perdida, nosotros le aseguramos que no la teníamos y que le ayudaríamos a encontrarla, pasamos mas de una semana buscando por los alrededores del pueblo, sin ningún resultado, concluimos que la pilule o se había ido, cansada de los insultos o se la habían robado para ser parte de algún asado, la falta en el paisaje del pueblo, del carretón del hermano Morales, nos llevo a hacer una campaña de recolección de fondos, para comprar una nueva bestia al anciano; que se veía cada ves mas triste, todos nuestros esfuerzos se vieron coronados una tarde en que con los escasos recursos reunidos, llegamos seis de nosotros, no con uno, sino, con dos burros de regalo para el carretón del hermano Morales, que volvió a sonreir y el domingo siguiente se escucho su voz inconfundible, entre guitarras y mandolinas, claro que ha nosotros, no se nos acabo la entretención
Ahora no poníamos diarios en el medio de la calle para asustar a la pilule, simplemente silbábamos y cada burro arrancaba para su lado.






Texto agregado el 20-11-2008, y leído por 262 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
21-11-2008 Muy ameno todo el relato y con sentido del humor. Me reí mucho al final, !esos chiquillos ocurrentes! Me encantó. Todas mis estrellas ************** Yetsenia123
20-11-2008 bonita historia, da pena la pilule, pero al menos el viejo consiguió sonreir... edward_letterbox
20-11-2008 Muy buen relato!! Con su cuota de gracia, ternura y picardía. Lo disfruté muchísimo, y hasta vi al hermano Morales "desentonando himnos en la plaza". Saludos. Jeve. Jeve_et_Ruma
20-11-2008 de verdad me gusto muchisimo. ME ENCANTO!!! carolina52
20-11-2008 Buen relato, magníficamante logrado. Me encantó.***** albaclara
 
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