La vida no tenía sentido, deambulaba por ella, perdida, sin sueños ni intereses, sabrás que has muerto cuando no te queden sueños por cumplir y ya he muerto muchas veces, habiendo regresado a la vida en ocasiones aisladas que mantienen mi mente inquieta ocupada en los tejemanejes de la huida que quizás algún día alcanzaría.
Paseaba bajo la lluvia, cantaba canciones cuando nadie me oía, me lamentaba solo en silencio, mis impresiones son para mi, mis sentimientos son propios, siendo un artífice del silencio, me consideraba dueña de los míos, aprendí a hablar con miradas, aprendí a romperlo en los momentos necesarios, conocí la dicha de poder manejar el tiempo a mi favor, aún cuando siempre había ido en contra. Rebelde sin causas y sin méritos, la luna mi mejor confesora, el sol, mi peor enemigo...
Vagar por las empredadas calles de un pueblo alejado de la memoria se había convertido en uno de mis pasatiempos favoritos, observar el comportamiento de los que me rodeaban una de mis grandes pasiones, imaginar historias comenzaba a ser habitual.
Anclada en la rutina de la monotonía apareciste una tarde nublada de un día gris, paseando de nuevo por esas estrechas callejas que me guiaban en un mundo de sueños y obsesiones, pesadillas que laten en los corazones más exigentes se cuelan en el mío.
Estabas allí, apoyado junto al árbol enraizado al que había bautizado como mi pequeño santuario, mi sagrado lugar de encuentro conmigo misma, el emplazamiento en el que mis pensamientos viajaban a través del tiempo y el espacio.
Al verte allí plantado, meditando en tus sueños, pude transportarme de nuevo, en mis fantasías, mientras te contemplaba en la distancia, pude coger tu mano y llevarte conmigo, dejame guiarte entre mis perversiones, ven, deja que esta noche la gobierne yo, ven, las nubes del cielo lloraran hoy para nosotros, ven, quiero mostrarte mi rincón secreto, nunca antes había sentido aquella necesidad, hasta que nuestras miradas se cruzaron a los pies de mi árbol.
Aceptaste mi propuesta y volamos hasta un seco bosque protegido por maleza, vigilados por la lechuza que descansaba en el árbol que hacía centro de todos los demás en los que descansaban los cuervos y anidaban los murciélagos, miles de ojos centrados en nosotros. Solitarios entre la multitud animal, acompañados por el silencio de la noche, hojas que crujen bajo el peso de nuestros pies, estabas a mi lado aún sin estarlo, tu presencia me embriagaba como el más dulce licor, podías nadar en el mar de mis ojos, nuestras ropas habían sido transportadas a otro siglo, observabas mi nívea piel, blanca como el mármol, dragones en la noche oscura que nos rodeaba llena de reproches, blasfemias que no teníamos en cuenta, era solo un camino, tan solo una senda, que no quisimos seguir...quizás porque no había ningún motivo, quizás porque solo yo era dueña de aquel momento, y tu querías compartirlo conmigo, contemplandome en la distancia, quizás el dueño de otra ensoñación.
Un ruido me devolvió a la realidad, quizás un perro ladrando en la lejanía, quizás los chirridos de aquel quejumbroso columpio, quizás tan solo fueran las campanas que lloraban una nueva pérdida, ajena a la causa, lo que importó en aquel momento fue estar de nuevo en la realidad más cercana, lejos de mi bosque, acercando mis pasos hacia mi santuario, donde esperabas paciente.
Un paso, otro paso, mi falda rozaba el suelo balanceandose con la brisa, mis ojos no se apartaban de los tuyos.
Cuando llegué a tu lado, mi mano se posó sobre tu mejilla, mis fríos dedos resbalaron sobre tu cálido rostro, invierno sobre primavera, pudimos engendrar al otoño. Y un furtivo beso selló las estaciones. Nunca un beso legal sabrá tan bien como un beso robado, nunca el tiempo conservó tanto una esencia, nunca una eternidad había calado en un segundo, me dejé llevar, por un breve instante de tiempo me olvidé de quien era, desenterré al demonio de mi interior, mis ojos se tornaron rojos y perdí la consciencia de mí misma, pero eso no te asustó, ya habías aceptado mi trato, ya sabías mis condiciones, pero la sonrisa de la luna volvió a transportarme, una vez más a la cruda realidad, una vez más, recordé mi condición, y mis manos se interpusieron entre nosotros, la soledad siempre será mi compañera.
Un empujón te alejó de mí, quizás más fuerte de lo que debiera, aún no había aprendido a controlar mis fuerzas, aún era pronto para asumir los riesgos a los que me retabas con tu mirada.
Me mirabas implorante, ya habías aceptado mis condiciones, ya había nublado tu conciencia, eras mio, lo sabías y yo era consciente de ello, pero no quería hacerte daño, y lágrimas rojas rodaron por mi rostro de mármol, gotas poseedoras del don oscuro que aceptaste sin remilgos, que bebiste sin reparos, y ahora era yo la que aceptaba tu amparo, pero sabía que la vida eterna no es un don tan preciado y con el tiempo me acabarías odiando.
- ¡¡¡Alejate de mi!! - bufé, con más ira por mí misma que por nada de lo que pudieras hacer o haber hecho, pero mis cambios constantes de humor desde la transformación dulcificaron de nuevo mi tono. Volvió la voz que ya conocías, la voz que te había llevado hasta mí, la misma voz que te acosaba en sueños, aquella voz que te guió hasta mi santuario - No quiero hacerte daño.
- Ahora ya no importa, asumo el riesgo que quieras imponerme, hace tiempo que traspasé los límites de los que quieres protegerme, quiero alcanzar la cima en la que te hayas
- No me lo pongas más dificil
- Dejate llevar...
- Ahora nos ampara la noche
- Dejala que me ampare para siempre
- El sol será tu enemigo, nunca jamás podrás volver a contemplar sus rallos, tu vida no será bañada más que por el haz de luna.
- Acepto la luna, tienes el sí, besame
- Te estoy dando la oportunidad que yo no tuve, si bebes de mi, viviráss eternamente, pero no lo tomes como un presente, no es ningún regalo, te ofrezco la más férrea cadena, el peor de los castigos ¿y tu lo aceptas?
- Sabes que tienes el sí.
- Luego no digas que no te lo advertí, solo te pido que, cuando el odio inunde tus recuerdos, tu que puedes elegir, recuerdes este día.
Ya no quedaban excusas, ya no quedaban reparos, una mueca en mi faz transformó las facciones de mi boca, surgieron los colmillos escondidos que pugnaban por su libertad desde que había comenzado aquella ensoñación, nuevamente poseida por mi yo demoniaco, ya no podía controlar mis actos, y tampoco me lo impuse, me dejé llevar, me lancé a sus brazos, y caimos sobre las raíces del árbol donde se cruzan los placeres prohibidos, no pude soportarlo más, la sed estaba haciendo mella en mis sentidos, mis dientes pedían sangre, y estabas tan cerca...y tu cuello se mostraba tan apetitoso que no demoré por más tiempo lo inevitable, una vez más había vuelto a traspasar la frontera del placer y el dolor, una vez más me había olvidado de quien era, pero esta vez no te iba a dejar que murieras, esta vez no iba a dejar que tu corazón dejara de latir, esta vez no...
Sacié mi sed, era demasiado joven e inesperta para conocer el momento idóneo para tu transformación, casi llego tarde, un segundo más y habría sido imposible "salvarte", tan solo una gota más y el daño habría sido irreparable. Pero conseguí enmendar mi error, rajé mis muñecas con mis dientes y derramé sobre tí la sangre maldita, te obligué a beber hasta que tuviste las suficientes fuerzas para mantenerte por ti mismo, para saciar la sed que te acuciaba, ávido de la nueva vida que yo te había otorgado, una nueva muerte en vida, un nuevo sueño, una nueva paradoja.
Pudiste leer mi vida, antes de que te llegara la muerte, mas tan solo fue una muerte física, un dolor insoportable inundó todo tu cuerpo, te retorcías bajo el árbol de la misma forma que yo lo había hecho hace tan solo unos años. Aún no era eterna aunque la eternidad ya caminara a mi lado.
Cuando la transformación terminó, cuando se terminó de apagar la mecha que encendía ese fuego que iba quemando tus entrañas, que acababa con esa vida mortal de la que te había despojado, volviste a ser tu, mantenias tu esencia, pero ya no eras el mismo, todo había cambiado, ahora estábamos fusionadas, conectados, y fue la última vez que pude leer tu mente.
Tus pensamientos se convirtieron para mí en un misterio, viste mi bosque sin traspasar la barrera de los sueños, y fuimos a calmar tu sed, había luna llena, podíamos salir de caza...
Teñiriamos de sangre la luna..... |