¿Recuerdas aquellas noches? .- te pregunte. Jamás supiste que responderme.
Pues ahora que lo pienso jamás lo hiciste. Yo siempre lo hice, o al menos eso
quiero creer. Te pusiste tensa, bajaste tu mirada al suelo, y marcaste
aquella imperceptible arruga cercana a la comisura de tus labios que siempre me gusto.
Mis ojos trataron de encontrar los tuyos. Los esquivaste, me laceraste.
Entonces de improviso te alejaste de mi, hiriente, como animal agónico,
encorvando tus garras para hacerme daño, tratando de mutilarme con tu desapego.
Me desafiaste, me repudiaste, no quisiste recordarme, me extinguiste en tu cerebro, cerebro manipulador, frío.
De un golpe volví a la realidad, no era un recuerdo, eras tu, la chica con la cuál me tope hoy en el ascensor. Abrí los ojos, estaba en mi cuarto, acostado de lado. Note un suspiro cerca mio, estabas tumbada, dormida, apaciguada por el fragor de la noche. No quize despertarte. Entonces recordé el sueño. No quería tenerte a mi lado, me aleje de ti, corrí, me tropeze, no quería aceptar la realidad.
Tome el pasillo a mano derecha, esquive por poco el masetero. Apreté para el ascensor.
Necesitaba aire. Vi como lentamente el ascensor subía a través de aquellos monótonos números, incrustados en la muralla. Se abrío la puerta. Apreté el número uno.
Dos pisos mas abajo, su detuvo. Lentamente las puertas comenzaron su retroceso como dos colosos,
incrustados en el metal. Te subiste, y me preguntaste la hora.
Nos sentamos en un café próximo. hablamos lo que debíamos hablar, y mucho mas.
Pedí la cuenta. Me preguntaste en donde vivía, y comenzamos a caminar a mi departamento.
Antes de entrar te pregunte sobre aquella noche, y no supiste responderme.
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