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Inicio / Cuenteros Locales / FABULEX / LA TIENDA MACABRA PARTE FINAL

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PARTE V

En uno de los cajones hallé un manojo de llaves, la mujer gritaba date prisa. Después de varios intentos fallidos dí con la llave y pude liberarla, entonces cubrí su dorso desnudo con aquella chaqueta. La mujer desconocida me abrazo, sentía como su cuerpo temblaba y con la voz entrecortada me contó que el dueño de aquella tienda macabra sacrificaba mujeres inocentes en el sótano, ponía sus carteras, chaquetas, zapatos a la venta, que hasta sus cabelleras les arrancaba para venderlas, que tatuaba sus pieles y luego las desprendía con un bisturí para convertirlas en lámparas u otros objetos decorativos.


PARTE VI

Temiendo lo peor, saque una foto de mi cartera y le mostré a Ángela, me dijo que la había visto en las celdas de la segunda planta y que ya era tarde para ella. Corrimos de prisa hacia las escaleras, arriba obstruyendo la salida estaba aquel tipo siniestro. Bajó. Yo me oculté. Insultó a la mujer y la abofeteo con furia. No me contuve, lo ataque, grité a la mujer que huyera. Cuando subía, el tipo me jaló una pierna. En la caída me destroce brazo y pómulo derecho. El dolor era intenso. Respondí con una patada directa en su rostro y huí.

PARTE VII

Ya estaba en la tienda, quería marchar de prisa pero mi cuerpo no respondía. Me recosté sobre la vitrina rota. Como una sombra de muerte, aquel tipo estaba a mis espaldas. Desprendí un trozo de vidrio de la vitrina, lo empuñé. Me susurró con desprecio que de allí no saldría vivo. Me aprisionó contra él y me hundió un puñal en el costado. Entonces recordé a Ángela, nunca más volvería a verla, aquel tipo sanguinario me la arrebató para siempre. Lleno de ira volteé y corté su garganta con el vidrio. Lo vi desangrarse como un cordero.

PARTE VIII

Contemplo la noche estrellada desde mi ventana, ya se que Angela nunca vendrá, acostumbrarme a su ausencia será difícil. Me parece escuchar su sonrisa ahora mismo, la veo correr por el apartamento como una loca, la veo dormir en mi pecho como una niña, ya no podré sentirla, besarla, ni respirar su aroma, ni tener su calor. Pero estoy del todo triste, ahora todas las noches enciendo la lámpara y se que una parte de Ángela estará conmigo, es lo único que me queda de ella. No es una simple lámpara, es su piel, es su presencia, es mi amor, mi compañía, mi Angela.

Texto agregado el 20-11-2008, y leído por 179 visitantes. (0 votos)


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