Una sonrisa fingida era suficiente, sencillo, así podría olvidar al primero, claro, ¿Por qué no?, total, ella no pierde mucho, (el que pierde es el idiota de enfrente parado en plena esquina entre la calle México y Venezuela), y es que es necesario, para olvidar al primero. Él la ve, y se siente correspondido, aunque con un poco de incomodidad, empieza a retroceder, y da media vuelta hacia la calle Venezuela, hacia la dirección en donde debe tomar su microbús. Ella puede notarlo, ¿que es lo que está pasando?, ¿acaso esta huyendo el imbecil este? (no era tan imbecil después de todo), ella lo persigue, no muy deprisa, se vería muy ridículo a esa hora que una dama persiga a un idiota, además ya está llegando a la Av. Centenario, donde debe tomar su microbús. El se detiene antes de cruzar al otro extremo de la avenida, no quiere irse, porque, después de todo, sabe que la necesita para olvidar a la primera.
Ella puede ver que se detuvo, pero no se anima a correr, algo la detiene:
-Si el viento me empujase en la dirección correcta, ¿acaso me importaría?, sí que me importaría.- echa un vistazo alrededor; es evidente que la escena ha cambiado. Ahora su realidad es otra (su realidad no es nada mas que mi fantasía), ella está perdiendo.
Él se quedo allí, en la calle Venezuela, no continuó, volvió a dar media vuelta, para enfrentarse a ella.
Ella entiende lo que él quiere hacer, lo imita, siguiendo su camino, ambos se cruzan sin dar una sola palabra, ella sonriéndole y el correspondiendo su sonrisa.
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