Un bruja muy avesada, por interpretar,
la sana convivencia como una enfermedad de la esclavitud, por ese Galo motivo golpeó mi hombro con su bara profesional, al momento haciendo aparecer su exquisita magia, trasformandome en un híbrido poste de luz, sobre la avenida costanera que es donde ocurrió el desafortunado hecho.
Finalmente antes de partir con la escoba voladora.
De retirarse, feliz, contenta, y con el infierno agradecida. Sumado a la imagen fálica del palo saliendo por entre las piernas. Soltó una risa recontra estridente mientras se tomaba el bajo vientre, como cuando los camorreros grafican sin palabras, en un único gesto obseno, sus intenciones de que le soben bien las bolas.
Lo cierto es que quedé de esa manera, con esta forma, cumpliendo la funsión de sostener la luminaria de la ciudad.
Al otro día, por la mañana, luego de una noche sin grandes novedades, solamente que las estrellas brillaron más que el sol, una jauría de perros vagabundos orinó mi esbelta figura, dejando la base de color amarillo, pareciera con intenso olor a frapé. Luego sobrevino una ardua disputa, entre dos diferentes cuadrillas de obreros, que por poquísimo no va que terminan por agarrase a las trompadas. Disputa que favoreció a la companía del servicio electrónico de reparación, porque es obvio, primero se deben colocar las cosas en condiciones, por ende resagando por unas pocas horas a los que tenían que colgar un omónimo pasacalle para el desfile militar por el homenaje a la bandera.
Entre propios y ajenos allanaron la jornada completa con cuestiones técnicas de diferente índoles. Pero el postre vino más luego cuando una parejita de enamorados, por largo intenso grato momento, por fortuna como para descontar la suma de tanto bulto, apoyando la pulposa cola de la muchacha sobre mí, se besuquearon intensamente, sin eufemismos: se podría afirmar hasta morir de agotamiento.
Pero en medio del desfile comencé a sentir una onda fisura en el corazón, importante asfixia que de revote atormenta la mente hasta hacerme sentir re-loco, con deseos de electrocutar pájaros,
hacer presipitar el cableado sobre el inosente pueblo. No obstante, con lágrimas y sudor callendo como una lluvia, levanté mi pierna sacandola del cemento y dando saltos comenzé a huír por la autopista en dirección a la campiña.
Deseo encontrar cuanto antes un bosque con una fogata intensional alli funsionando, para así si es que puedo, lentamente recostarme y por fín desaparecer de este maldito mundo cruel.
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