La Salvación

Jaime era una persona de aspecto aparentemente normal, nada hacia suponer que era algo que todas las personas buscaban, ese algo, que debe salvarte de cualquier riesgo de la sociedad y que solo encuentras en las tiras cómicas, o en las películas de ciencia ficción, o en esos algos que están fuera de los parámetros de la realidad, que vivimos diariamente y nos encantaría que nos salvara.

Todo comenzó cuando Jaime, salió del colegio, sentía enormes deseos de ayudar, pero como es sabido, mientras no existan los medios para estudiar, hay que solo resignarse hasta poder encontrar un trabajo y pagar aquellos estudios, fue así que caminando por la calle, observó a lo lejos que unos individuos querían asaltar a un pequeño de tan solo 13 años, -calculaba él-¡entrégame todo lo que tengas!, ¡vamos apúrate! ¡No querrás probar el filo de esta navaja! ¡Rápido, rápido!-escuchaba a lo lejos Jaime, y recordó que hace unos cuantos años atrás, unos tipos, de la misma manera que lo que estaba viendo ahora, le querían arrebatar sus pertenencias, y nadie hizo nada para socorrerlo, entonces en ese lapso de segundos volvió en sí, y se decidió ayudar a aquel pequeño, se enfrentó dramáticamente a ese sujeto, forcejearon unos cuantos minutos y el asaltante de la nada, sacó un cuchillo del saco que tenía puesto, Jaime al percatarse de aquello, luchó con todas sus fuerzas, para salvar su vida y, mientras aun costado de la escena, gritaba el pequeño niño pidiendo auxilio, pero todos hacían oídos sordos a esos llamados de emergencia, y aquel asaltante de tanto forcejear empujó a Jaime al suelo, tomó la cuchilla que se le había caído unos cuantos segundos atrás, estaba a punto de cometer un perverso crimen y escuchó a lo lejos una sirena, por unos segundos quedó segado con lo que ocurría frente a sus ojos, solo quería matar a Jaime y nuevamente escuchó aquella sirena, pero ahora más cerca y cada sonido que escuchaba, era más próximo al suceso, así que aquel cleptómano corrió esparciendo su silueta por la muchedumbre que se hacinaba a unos cuantos metros de Jaime y aquel pequeño niño.

Pasado unos segundos Jaime comienza a levantarse y recuperarse lentamente de aquella caída, y el niño que estaba a su lado, lo ayudaba con mucho cuidado para que se pudiera alzar, ¿se encuentra bien señor?-preguntó el niño-, - a lo que Jaime contestó- ¡si, gracias estoy bien!, ¿pero tú, como estás? ¿Te alcanzó a hacer algo, ese pelafustán?,-preguntó Jaime a aquel niño- no, gracias a usted, no me ocurrió nada, muchas gracias buen hombre,-exclamó el niño- no, no tienes porque agradecerme-contestó Jaime- es una ayuda que a mi también me hubiera gustado haber recibido, pero me alegra haber estado aquí para ayudarte. A propósito ¿Cuál es tu nombre pequeño?, debo saber el nombre de mi Salvado, me llamo Ángel Mendizábal –contestó con total pachorra, típica de niño salvado por un algo extravagante ¿y el de usted mi buen hombre, me concedería el honor se saberlo? Si, -contestó extrañado por la forma en que hablaba Ángel Mendizábal- mi nombre es Jaime, mucho gusto, pequeño amiguito, así que ahora tú hazme un favor, debes irte a casa, con cuidado, y no hables con extraños, ¡cuídate!, -decía Jaime a el pequeño-, si que lo haré –contestó con alegría Ángel- y aquel niño se fue.
Dentro de si, Jaime se sintió absolutamente realizado como persona, y creció aun más en él, ese deseo de ayudar a todos, fue así como comenzó a auxiliar a toda persona que se viera en problemas, era una especie de superhéroe, pero solo que este era verdadero, y que realmente existía y ayudaba a las personas, poco a poco se gano el amor de las personas y el respeto de los alcahuetes que circulaban por las calles, si hasta llegó ser incluso, mejor que toda la policía junta, ayudó unas cuantas veces a personas que estuvieron a punto de ser violadas, a personas que se encontraban dentro de una casa en pleno incendio, era el boom del momento, acaparaba todas las portadas de los periódicos diariamente y Jaime se sentía excelente en su interior, de ver al fin que la gente lo quería y que tenían a la vez, a una personas que se preocupara por el resto para que estuvieran tranquilas, libres de todo peligro, todo marcaba a la perfección, parecía un sueño difícil de creer, pero que por primera vez se tornaba cierto algo tan fascinante y espectacular como esto, ya todos conocían su nombre, y la mayoría ya lo había visto, así que fue mejor para él, cubrir su rostro, no de una manera llamativa, sino que un pequeño sombrero antiguo y una grandes gafas que eran de su abuelo, de esta manera su rostro casi ni se notaba, y podía seguir ayudando a todo el que lo necesitase, sin ser descubierto por nadie, para no correr peligro.

Que fascinantes las historias de Jaime, el sueño que toda nación desearía tener, como los Cómic, que tienen a Batman, superman, etc. Pero como todo cuento tiene su fin, el de Jaime, fue sorpresivo, más para él que para el mundo.
¡Jaime es hora de tus pastillas!, ¡ven aquí!- escuchó, sorpresivamente- Así que Jaime se bajó de aquella silla en la cual se encontraba, recibió el aplausos de todos sus compañeros, que les decían alabado Súper Jaime, eres nuestro Héroe, era hora para Jaime de ir a acostarse, lo mismo para todos en el manicomio, no los dejan mucho tiempo despiertos, ya que deben descansar, para así contar otras
historias como la de Jaime superhéroe, que más que una ilusión nos encantaría que fuese así, ya que las personas viven de sus propias fantasías, convirtiéndonos en el Jaime que todos esperamos ser, un Jaime superhéroe……………