En dos palabras diría…
El miércoles se hacía esperar excesivamente. El lunes no hizo su parte, fue un día demasiado prolongado. El martes, gracias a sus exámenes, todo sucedió como un soplo.
El miércoles (tan esperado por un ansioso), llegó, pudo percibir que todo estaba donde debería estar, quería llegar a tiempo antes que el cielo oscureciera, no debería echarlo a perder, mientras recorría por la acera de la avenida, imaginaba (como siempre) un encuentro sorpresivo pero tímido a la vez, todo planeado en su seso. El ruido producido por un taxi hizo que parte, gran parte de su alucinación momentánea, se perdiera. El ruido comenzó a tornarse insoportable (el transito a esa hora, en esa avenida, siempre es una molestia y mas para un pensador andante), estaba a punto de llegar al lugar de concurrencia, simplemente era cuestión de doblar la esquina.
En el lugar indicado había mucho bullicio, era ya la hora indicada, todo debía estar listo, él no llegaba. Ya con el tiempo pisándole las ansias, comenzó a correr, no aguantaba más, sin titubear entró a la convención, yo estaba cerca de la entrada pude divisar a lo lejos su presencia, veía una mezcla de ansias, nerviosismo y cansancio, mi buen y estimado amigo, que una vez trato de evadirme estaba llegando, le extendí la mano, no me vio, sus pupilas brillaban al solo vislumbrar la presencia de una amiga (yo la conozco) , permanecí quieto, estático,- -lo entiendo, era por eso!!!, ese era el motivo de tanta prisa… era obvio. Salí con mi chaqueta en el hombro, feliz, porque al fin lo logró.
…Aun idiota.
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