"Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua. "
“Rayuela” de Julio Cortázar
Hola, amigo:
Aquí otra vez, como una estrella: lejana e incandescente.… [y tiritando tanto, tiritando tanto…]
Golpeo la puerta de tus iglesias medievales, araño la altura insultante de tu histórica fortaleza, desgarro mis vestidos como una loca desaforada, vociferando ante esta puerta cerrada a mis trasnoches.
Dame tu mano… aprisiona esta laguna dulce que llevo por ti entre las piernas, este mar insolente que me tiene desvelada, este canto indómito que se resiste a las bridas.
Quiebra el vaso que te contiene y derrámate a la vera de mis fuegos.
Abandónate a mis impudicias, déjame que te explore, que te ausculte, curiosa, infantil, ávida… que trepe desde tus tobillos con besos de azúcar y con voz de serpiente.
Conquistaré tu soberbia y subyugarás mi miedo; invadiré tu cuerpo, marcando en él los símbolos húmedos de esta india; doblaré en dos tu arrogancia sureña; harás jactancia de mi entrega fácil, seré tu maldición pehuenche cien veces conjurada.
Dame tu mano, y no me sueltes como a un mal presagio. Abre la puerta esta noche. Mañana seguiremos siendo dos trashumantes eróticos con sus historias intactas.
MILITA |