Ella empezó a acariciarlo suavemente.
La embriagaba su olor como a manzana fresca por la mañana.
Se perdía en sus ojos del color de la miel, y moría por esos labios dulces como fruta madura.
Y esos glúteos, ¡Dios!, redondos como pomelos.
Detuvo las caricias un instante...
y se lo comió.
Texto agregado el 17-11-2008, y leído por 625
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Lectores Opinan
07-12-2008
jajajaja, acabo de comer... pero voy a bajar a por algo carnoso de alimento carsantor