Me levante en la mañana, y me di un empujón hasta el patio, donde mire al sol por primera vez en el día, y como esas cosas que siempre pasan, esas alergias al sol matutino me hicieron estornudar con gran potencia, pero este, no fue un estornudo común y corriente…Ese martes se me dio por estornudar a un sapo.
Al verlo caer al piso, me corrió por la medula un aire sobreprotector casi maternal, lo levante entre mis manos y le di un beso en la nariz, con el inútil intento de aliviarle el dolor de la caída.
Por nombre le puse Felicito, fue raro en un primer momento, nunca en mi vida había estornudado un sapo, y la verdad que era un acontecimiento al cual no había que quitarle merito. Primero lo lleve hasta la cocina, lo apoye en la mesa y me detuve a observarlo minuciosamente, tenia un aire a mi, bahh yo lo vi parecido. Eso me genero un gran afecto, lo cual me llevo a adoptarlo como a un hijo. Es que en cierto modo lo era, pero por lo general uno, si tiene un hijo, casi siempre es un humano y esta última reflexión me desconcertó un poco. Pero al fin y al cabo, no podía dejarlo así como así.
Además Felicito era un amor, era un sapo muy educado, cada vez que quería ir al baño, cosa que con el tiempo lo fue aprendiendo, me lo pedía y yo lo llevaba, es que le costaba subir al inodoro, yo le había armado una camita con una caja de fósforos vacía y con el recorte de un viejo pantalón en desuso, para que se sintiera un poco mas cómodo y acolchonadito.
Lo que mas me costo de él, fue encontrar sus gustos culinarios, no me comía casi nada, y eso que el guiso de mosquitos a mi me sale que es una exquisitez, solo se le daba por comer escarabajos y polillas que andaban rondado cerca de la luz del parque. Yo mucho no lo dejaba salir, mas que nada por el frío que hace en estas épocas, y mas de noche, uno nunca sabe las pestes que puede agarrarse, y mas que nada comiendo toda esa clase de porquerías que andan por ahí. Tuve que retarlo más de una vez… pero se fue acostumbrando.
Felicito comenzó a crecer, y ya la caja de fósforos le quedaba chica, tenia esa maniática obsesión de meterse a dormir en una pantufla con forma de conejito, deberías verlo, duerme como un angelito, pero no es lugar para que un sapo este durmiendo, y mas con todo el peligro que significa, cualquiera podría meter el pie ahí y lastimarlo, (dios no me lo permita…).
Por eso un día me decidí y compre unas tablas de madera balsa y unos almohadoncitos que había visto en una casa de adornos. Le arme una linda camita, un poco chueca de una pata, pero si uno la miraba con cariño, era un digno lugar para que Felicito pudiera dormir.
Todas las tardes salíamos a tomar mates en el parque, nos sentábamos debajo del nogal que nos daba una sombra hermosa. Pero por momentos yo lo notaba un poco aburrido, y yo no sabía cual eran los juegos de los sapos. Nunca había tenido uno, ni sabia en que idioma hablaban, pero eso nunca fue impedimento entre nosotros, con Felicito, era solo cuestión de mirarse para entenderse, tenia unos ojos amarillos que eran hermosos… y todo ese aburrimiento se notaba en su mirada, casi llegaba a la tristeza.
Comencé a notarlo raro, no quería salir al parque, se quedaba en su cama muchas horas, o escuchaba la radio sentadito en los almohadones del living, se pasaba horas allí. Era triste el verlo de ese modo, siendo siempre un sapo tan alegre, tan sonriente… fueron unas semanas muy complicadas, además yo había conseguido un nuevo trabajo como empleado en una casa de correo, lo cual me llevaba ocho horas sin estar en casa, y eso le molestaba muchísimo, tampoco podía dejar a alguien que me lo cuidara, ¿como le explico?, y alguna saperia donde dejarlo no conocía…. Además Felicito solo se entendía conmigo.
Una tarde al llegar del trabajo, note que no estaba dentro de la casa, la desesperación me entro como un rayo por los brazos y las piernas, comencé a llamarlo, y a buscarlo por toda la casa, en el living, la pantufla, debajo de la cama, entre el espacio que queda en la cocina y la mesada, y no había caso, no estaba en ningún lado.
De pronto noto que la puerta corrediza que daba al patio estaba entreabierta, que inconciencia la mía!!!! Como iba a dejar esa puerta abierta, ¿mira si salio y le paso algo?
Por suerte lo encontré en el fondo, acurrucado detrás del malvón, lo primero que me vino a la mente fue enojarme, le grite fuerte, - mira a donde te me venís a meter!!! Me queres matar de un susto!!!!!! Y le pegue un chirlo en el culo…
Pobre, después le pedí perdón, me sentí un hijo de puta, pero el tiene que saber que uno se preocupa como padre…
Después de de rato me puse a pensar, y recapacite en lo sucedido, que se le habrá dado por salir, ¿se le habrá ido la tristeza?
Y si nomás, esos días se lo veía andar contento, y yo la verdad que chocho, auque toda esta cosa de andar saliendo mucho… que se yo, ya era un sapo grande, yo lo entiendo, no podía tenerlo encerrado en casa como a un bebe, comencé a dejarlo salir, casi siempre iba saltando por el fondo, y mas de una vez se la pasaba atrás del malvón, horas y horas, y no es que quiera ser chusma yo, pero porque se la pasaría ahí como un tonto todo el día, horas y horas… esa actitud me sonó un tanto extraña, y mas viniendo de el, tampoco quería invadirlo en su vida, es un sapo grande y tiene que hacer sus cosas, pero… ¿no andará en algo raro?
Y si nomás…un día lo pesque justito, con las manos en la masa, el señorcito andaba haciendo el mocito con una sapita de morondanga… me puse, loco!!!
Pegue el grito en el aire y Felicito me miro como sabiendo que algo malo estaba haciendo, no era ningún otario, -valla para adentro- le dije, y se fue mirando el pastito como quien sabe que anda en cosas chanchas…
Me di vuelta y le apunte a “esa” con el dedo. – mira “chirusita”, no se que tendrás que andar haciendo vos por acá, esta es una casa decente, y mi nene, no es cualquier sapo, es un chico recatado, y no quiero que se ande juntando con cierta gentuza…- chupate esta mandarina!!! Ja! Me miro mal, pero seguro que las cosas le quedaron claritas!!! Con migo no se jode…
Felicito igual se me escapaba, estaba loco, la mala junta me lo llevaba por el mal camino, y uno no puede vivir poniendo limites… según el, andaba con el cuento de que estaba enamorado, pero a mi no me engañan, seguro que esa yegua me lo andaba engatusando y valla a saber uno como, vio, uno nunca sabe, y con todas estas cosas de la droga… no quiero ni pensarlo…
Estaba irreconocible, me miraba mal, pero si yo no le hacia nada… era por su bien, que se tiene que andar metiendo con esa sapa, uno como gente bien, tiene que cuidarse de esas cosas…
Un día, volviendo del trabajo, me encontré con una notita pegada en la heladera, y me la vi venir… ¡¡¡ME FUI A BUSCAR LA FELICIDAD Y EL AMOR EN OTRA PARTE!!! NO TE AGUANTO MAS!!!... para que!!!!! Me puse loco!!!! Como me va a pagar de este modo, ingrato, sinvergüenza, a mi!!!, que me deslome trabajando para darle de comer, para que tuviera sus cosas, toda una vida de cariño, para que me pagara de este modo, yéndose con una chirusa de mala muerte, ya va a venir con el caballo cansado, ya se le van a cortar los víveres a este, seguro que esa, no le da el cariño que él nene me necesita, además el solo juega conmigo, no es un sapo cualquiera, quien lo va a tapar del frió eh!!! Desagradecido…
Me sentí tan abandonado, los días pasaban y las horas se me iban de los dedos, la soledad se había apoderado de la casa, estaba hecho un tonto, miraba las pantuflas y lloraba por horas, ¿que andará haciendo?, ¿estará bien?, ¿comerá?... la pena me cortaba el corazón en rebanadas, pase días buscándolo en las calles, gritando como un loco, desesperado!!! Soñaba con el, era mi último pensamiento al acostarme y el primero del día, fueron meses muy duros, hasta que un domingo… en diciembre casi cerca de las fiestas, así como así, una mañana soleada… estornude un jilguero.
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