El Caos imperante en la universidad hizo que esa semana se pasara muy rápida, por suerte para Rojo, sus trabajos le servían para distraerse y no pensar en Marrón, aunque debido a lo mismo tampoco había podido reunirse nuevamente con sus nuevos amigos o con Violeta y para colmos, el sábado se celebraría una fiesta muy comentada en uno de los cuatro clubes gay más importantes de la ciudad; Pink Paradise. Rojo aún no lo había visitado, había oído comentarios acerca de aquel local y parecía no ser del perfil del muchacho, las fiestas en Pink Paradise solían estar repletas de drogas y desenfreno, pero la del sábado era organizada por productores externos y Amatista actuaría. Eso lo enfadaba más, no poder presenciar el show del transformista. Pero lo peor estaba por venir:
Los padres de Rojo vivían en otra ciudad y no tenían demasiado contacto con él, todas las semanas le enviaban dinero para que viajara a visitarlos pero el muchacho no siempre lo hacía. Esta vez su madre le llamo para informarle que el sábado había una cena muy importante y debía viajar a casa, no era una petición, era una orden así que Rojo debió ir a comprar el boleto. Además de los trabajos tendría que viajar, parecía una pesadilla y esa sensación se magnificó cuando notó en su MSN que Marrón se jactaba en su Nick que tenía dos V.I.P para la fiesta en el Pink Paradise y que inesperadamente saludaba a Rojo.
-¿Tienes planes para el sábado?- preguntó marrón, en lo que a Rojo le pareció la peor jugada que el destino podría hacerle.
-Sí- Afirmó Rojo contra su voluntad, pero por otro lado feliz de sonar, al menos, inasequible.
-¡Que mal! -Exclamó Marrón y se despidió con un lejano Ok, chao, a Rojo se le apretujó el corazón, pero sabía que era mejor no ilusionarse y dar luego vuelta la página.
Con un bolso repleto de ropa sucia, materiales y libros Rojo viajó hasta el terminal para luego irse a casa, el viaje duró una hora y media, en la cual el muchacho durmió plácidamente. En la carretera sus padres lo esperaban en el auto para así, emprender veinte minutos más de viaje y recién llegar a casa.
La conversación con sus padres fue muy superficial y fría para no verse en tanto tiempo, pero Rojo estaba acostumbrado a aquello y no le molestó para nada, de cierto modo era un alivio que sus padres fueran unos desinteresados.
-Estamos invitados a la casa de los padres de Dorado- comentó la madre de Rojo intentando entablar una charla. Dorado era un viejo amigo de la infancia, al cual Rojo no veía desde que el joven había descarriado su vida influenciado por Opaco, otro chico con del cual Rojo alguna vez fue amigo.
La cena se llevó a cabo en la noche del sábado en una de las lujosas mansiones en las afueras de la ciudad, los padres de Dorado eran reconocidos terratenientes y famosos por sus opulentas celebraciones. Rojo se mantuvo alejado de todo el algarabío, su hermana menor lila intentaba entablar alguna conversación con el pero era vano. De pronto, sorpresivamente, Dorado se acercó tímidamente a charlar con Rojo, hace mucho no se veían y Dorado parecía mucho más compuesto desde la última vez que se habían visto en donde Dorado aún no iniciaba un tratamiento para dejar su adicción a algunas drogas, vicio que Opaco le incorporó. Aquella relación era tan enfermiza que aliviaba a Rojo de aún no haber llegado tan bajo por Marrón; Dorado era un gay no asumido públicamente igual que Rojo, pero a diferencia de él, Dorado no se sentía bien siéndolo, la culpa lo angustiaba y la presión que sus padres ejercían en él empeoraba todo. Opaco por otro lado era el amor imposible de Dorado, otro niño malcriado de las familias más poderosas de la ciudad, pero tan lleno de vicios como cualquier delincuente de los suburbios, Dorado lo amaba completamente aunque estaba consciente de que Opaco era hetero sexual y que, sabiendo los sentimientos de Dorado, los aprovechaba para manipularlo a su antojo.
-Hice el tratamiento- fue lo primero que dorado tímidamente le dijo a Rojo, para seguramente retomar la última conversación que ambos tuvieron donde discutieron a gritos. Rojo ni se inmutó, entre las cosas que ambos charlaron aquella vez, Rojo le dijo a Dorado que no se hablarían hasta que él cortara el vínculo con Opaco…quien estaba absorbiendo la vida del joven sin notarlo.
-¿Lo sigues viendo?- preguntó Rojo casi como si no hubiese oído lo que el muchacho le decía y sin mirarlo a la cara. No fue necesario que Dorado respondiera, desde muy lejos Rojo pudo oír como Opaco le gritaba:
¡Ey Artista, No molestes a mi chico!- Rojo se enfadó tanto que sin avisarle a sus padres siquiera, se marchó. Dorado lo siguió exclamando que Opaco era hijo de una familia muy cercana a la de sus padres y que nada había tenido que ver él en su presencia en la fiesta, pero Rojo no lo escuchó.
Tardó varios minutos en llegar a su casa caminando y cuando lo hizo, pensó en como lo estaría pasando todo el mundo en Pink Paradise… seguramente Marrón estaría pasándolo de lujo con alguna nueva conquista.
Rojo encendió su Notebook e inició sesión en Messenger. Su sorpresa fue inmensa cuando notó que Marrón aparecía conectado.
-¿y tú?- preguntó Rojo intentando sonar desinteresado.
-Nada, decidí no ir- Dijo Marrón, quién seguramente había privilegiado los estudios.
Como en los tiempos previos a conocerse personalmente, Rojo y Marrón parecían conectados, charlaron fluidamente de temas muy diversos. Marrón entonces exclamó “Creo que me volví a enamorar de ti”… Rojo no escribió más que un jajaja aunque lo que realmente deseaba decirle era: “Yo en todo este tiempo, jamás dejé de estarlo. Intentó sonar lo más amistosamente posible y después de unos minutos se fue a la cama, de cierto modo agradecía no haber podido ir al Pink Paradise, porque así no hubiese tenido la aclaradora charla que había tenido con Marrón y todo seguiría tal cual.
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