El ambiente era de mucha tensión, todos habían pasado una mañana de mucha concentración, estaban ansiosos por reunirse y preparar la jornada, entre ellos comentaban su nerviosismo y preparación, a cada minuto la tensión se acrecentaba elevando los niveles de adrenalina, de esa manera cada uno de ellos se ensimismaba en su estrategia, algunos se hidrataban, otros usaban inhaladores, hablamos de muchas cosas y de nada a la vez, era un desahogo para tanta tensión, se evaluaban posibilidades, se estudiaba a los otros competidores, se analizaban las categorías, era un juego caótico de probabilidades y entrenamiento….
Y llegó la primera etapa, el ingreso al recinto… para algunos ya conocido y para otros totalmente nuevo, estaba el apoyo del equipo, las palmas y palabras de aliento, los abrazos previos y los gritos de animo en el camarín…ya todos nos vestimos, caminamos hasta una orilla, miramos hacia delante, ajustamos nuestra vestimenta y equipo para la ocasión, y nuestro cuerpo toma contacto con aquello que nos quita el sueño muchas veces…y comienza el calentamiento…
Nos probamos y evaluamos el medio, como nos sentimos a esa temperatura y densidad, al parecer el medio tiene mayor resistencia que la acostumbrada, pero pensamos que eso no es problema, de igual manera hemos entrenado y para eso estamos, incluso algunos hemos preparado nuestra piel para aquello… terminamos comentando si nos sentimos cómodos, si nos hace falta algo, si la soltura previa fue suficiente, ajustamos nuestras gorras y gafas, asegurándonos de que estas no nos abandonen en un instante previo…
Llega una nueva espera, la adrenalina ya se hace presente, repasamos una y otra vez los movimientos, el entrenamiento…la espera es angustiosa, nos sobra energía y entusiasmo, pero a la vez, todos se ven concentrados y un dejo de preocupación se instala en nuestros rostros, pero eso no importa, sabemos que pase lo que pase, el resto de nuestro equipo dejará sus pulmones con sus gritos de aliento, eso nos reconforta e inunda nuestras venas de algo mas que sangre…
Se inicia el torneo…el primer llamado a los nadadores retumba en el recinto, todos nos preparamos, y si no es nuestra prueba nos adelantamos para ver a nuestro compañero, coreamos su nombre, aplaudimos su presentación…todo somos igual de importantes y necesitamos transmitirle en segundos algo de nuestra energía…
Así vemos pasar a muchos, hasta que llega el momento…ha llegado nuestro turno y en el recinto resuena ese llamado con mucha mas potencia que los anteriores…nos ponemos de pié y nos acercamos al sector de convocatoria, el juez nos indica nuestra serie y cual será nuestra pista, en eso momento nos transformamos, nos alentamos entre nuestros compañeros de equipo, intimidamos a nuestros rivales elevando el volumen de la voz y realizamos enérgicos movimientos de elongación, nos mostramos experimentados y nuestro rostro toma una expresión casi malvada…eso surte efecto y vemos a algunos temblando al momento de acercarse al partidor…
Frente al partidor, el tiempo y espacio ya no existen… me encuentro en otra dimensión, los gritos de aliento parecen alejarse y desaparecer, solo escucho mi nombre acompañado de la pista en la cual me juego la vida…espero el primer silbato y todo desaparece… soy solo yo y el canto de las sirenas…instintivamente trepo al partidor…escucho la señal de “¡En sus marcas!”…tomo posición, mis músculos se tensan por completo, el trance ya es casi mágico y la adrenalina está en su punto más alto… hasta que se da la señal… ¡Brinco con todas mis fuerzas para entrar al agua!, y lo que de ahí en las centésimas de segundos en adelante ocurre, es solo cosa mía y de las sirenas que me acompañan…
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