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El señor que vendía camarones tenía amores corrientes, de esos que se van, sin avisar.
Antes vendían los jueves pero como parece que a los gobernadores les gustan los mercados –de la misma forma que la miseria humana-. Estos han dictado leyes para que la gente venda 7 días a la semana. Leyes que ruegan a los puesteros ambulantes que no se vayan. Puestos…personas…ahí las personas ofrecen todo lo que hay en su haber.
Y, como pasa con los días, una no sabe lo que va a encontrar.
Pero es que todo se encontraba. Si no se encuentra algo es por que no existe. Como nos asegura la canción de Arjona.
Y pues les digo: en este mercado, todo se encontraba, todo existía…a todos uno se encontraba: al inválido, al de la pescadería…
Ropa usada, mujeres no tanto, bueno algunas sí, en sueños masculinos, patas de puerco…
Una señora no tenía nada que vender pero si muchas bocas que alimentar. Como bien dicen, es estrés y la necesidad son las mejores amigas de la creatividad. La mujer estaba necesitada de vender algo y estresada por no encontrarlo.
Y es que como había todo, la mujer entonces ya no supo que vender.
-¿Qué les venderé, que les venderé? Se preguntaba.
Pensó en vender sueños, pero su conciencia no le dejó. También trató de vender desilusiones pero aparte de que esas no se venderían tan bien como los sueños, tampoco su conciencia la dejaría.
La señora no se decidía cuando de pronto dos mujeres hermosas, madre e hija caminaban por esas calles del bazar donde se vendía todo. La madre y la hija eran muy ricas y de todas las cosas que veían, todas les gustaban. Lo querían todo, pero ellas no querian a los demas.
La madre preguntó al vendedor:
-“¿Qué es lo más caro que usted tiene?
El vendedor le mostró lo que tenía pero le dijo:
“Tengo cosas más hermosas y baratas, no les recomiendo eso, solo les dije por que la sinceridad es primero.
La madre y la niña al unísono dijeron:
“-No, así está bien. Seguro podemos pagar lo más caro de aquí. El hombre dijo: Quizá hoy lo puedan pagar, pero más tarde no.
Las mujeres inmediatamente dijeron:
-“Claro que podemos y podremos, es más, mañana seremos más ricas que ahora. Denosló”.
El hombre les dio lo que deseaban. Y, como ellas eran las compradoras de las cosas para el mundo, desde entonces tenemos orgullo.




Texto agregado el 16-11-2008, y leído por 87 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
20-11-2008 Buen relato, con mensaje social incluido. Has tenido una buena idea.+++++ crazymouse
16-11-2008 La mujer se llamaba orgullo, jé! ElnegroHinojo
16-11-2008 Me parece que has dejado el cabo suelto de la señora que no tenía nada para vender, ni sueños ni desilusiones. Qué pasó con ella? Bueno, ahi le dejo estrellas para que las venda. Cinco. No tengo más. ZEPOL
 
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