Se despertó al mismo tiempo,
de la nada apareció,
y su imagen al espejo,
con mis ojos se miró,
Fue peinando mis cabellos
su mano me acarició,
Como una nube de invierno,
sobre la piel me dejó.
me vestí con sus colores,
mis zapatos se calzó,
y caminamos las calles,
como una sola, ella y yo.
Miles y miles de rostros,
sin sonrisa y sin color,
atravesaban de prisa
las esquinas del dolor.
Silenciosa compañía,
aquel día me habitó,
Señora melancolía,
el corazón me robó.
Me vistió toda de niebla,
apagó su gris el sol.
Llegó sin pedir permiso,
se fue sin decir adiós.
|