El Rescate de Los Libros
Hoy rescaté siete libros de los anaqueles del local de libros usados "Popul Vuh". Me dí el pequeño placer de revisar los estantes y repisas de aquel local escondido al final de la calle Von Schroders. Hacía tiempo que no llevaba a cabo esa secreta y deliciosa actividad que he denominado "rescatar libros", a fin de juntarlos en el librero nuevo que adquirí hace poco para subir mis libros viejos. En fin, la numismática y los libros siempre fueron dos de mis pasiones favoritas; ahora volví a mis antiguas costumbres, por diez o veinte minutos me perdí en el lúgubre cuarto que escondía valiosos tesoros. Rescaté siete, sólo me alcanzó el dinero para rescatar siete. Siete, de los siete que había seleccionado. A todas luces, un vicio intratable e incurable. El primero que llegó a mis manos fue una edición de Emecé de "Historia Universal de la Infamia" de Jorge Luis Borges, sexta impresión de noviembre de 1966. Aunque tengo varios de los textos que ahí aparecen en distintas compilaciones y antologías, me fue irresistible no llevarlo, por los varios relatos que allí aparecen y no he leído aún. La segunda joya hallada es "El Acoso" de Alejo Carpentier. Me lo recomendó el vendedor, un hombre amable, en extremo culto, amante de la música latinoamericana y eximio guitarrista. Se supone que hay que leerlo al tiempo que se escucha una sinfonía de Beethoven. Ya veremos. El tercero fue un libro que leí a los 11 años y al ver la portada no pude dejar de pensar que le leería los cuentos a mis hijas al llegar a casa. Es "Cuentos Chilenos para Niños", una selección de Fidel Sepúlveda y Manuel Pereira. Tal vez lo recordarán por El Querubín Amistoso. Todo un hallazgo. Seguí, en cuarto lugar, echando un libro a mi "carro de compras" imaginario, y ya en abierta lujuria literaria así entre las manos "El Panorama de la Ciencia" de Bertrand Russell. Confieso que sólo había leído su biografía, pero hace tiempo tenía ganas de leerlo. Ya tendré un tiempo para dedicarle...
Quinto lugar, de Carlos Droguet "ELOY", catalogada como una de las dos o tres novelas sudamericanas de la década, por el Diario La Nación de Argentina, julio de 1960. Es el monólogo interior de un bandido chileno. Sexto lugar para Oscar Wilde con "La Importancia de llamarse Ernesto". Siempre me ha gustado el estilo de Wilde y admiro su agudeza e inteligencia. Sólo me costó una luca. Por último, la séptima maravilla, tres cuentos de Chejov "El Tío Vania", "La Gaviota" y "El Jardín de los Cerezos" (lo compré pensando en regalárselo a un amigo). Falté a la primera clase de Litigación Oral, lo sé, pero estaba cansado para eso. No dormí mucho por la noche debido a la llegada de un nuevo miembro a la familia. Me había lenvantado temprano y el trabajo me había dejado exhausto. Sólo tenía tiempo para esto. Para escarvar en la vieja librería, y sacar libros de hojas amarillentas. En síntesis, resultó todo un banquete literario que iré digiriendo de a poco. Tendré que robarle tiempo al tiempo. Esa será la gracia de un lector que lee a ritmo de bals o de blue. Ahí estarán esperando por mí, a ser abiertos, luego de haber sido, digo yo, "rescatados", de aquel lugar lúgubre y escondido, al final de una calle perdida.
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