El libro maldito.
Dicen que los Cantos de Maldoror le fue dictado al Conde de Lautréamont por el mismo Lucifer, que no existe un libro más ponsoñozo y que quien lo lea se volverá loco ( lo mismo se dice del Necronomicón). Estos mitos que rodean la obra la hacen acaso más deseable. Lo cierto es que no necesita de mitos para ser recordada.
Es, para ser justos, un poema en prosa, aunque al final es estilo cambia y se convierte prácticamente en una novela. La misantropía, la violencia y el humor negro cunden en sus páginas. Despierta asco e indignación, y hasta dolor en ocaciones. Puede que sí despierte sentimientos negativos, pero despierta algo y lo hace en serio, pocos pueden decir lo mismo. No creo que se pueda hablar aquí del génesis del surrealismo, pero si de un importante impulsor.
El verdadero nombre del autor fue Isidore Ducasse. Nacido en Montevideo, se fue a Francia muy joven, para luego morir misteriosamente a los 23 años... un chico. Hastiado de la melosa poesía criolla del siglo XIX, el conde publicó algunos textos que horrorisaron a sus padres y a todo su entorno y decidió marcharse. Hizo bien, en Francia, por entonces se hablaba de Baudelaire, Rimbaud (autor de Una Temporada en el Infierno, también poema en prosa), Artaud, Verlaine, y otros; estos hombres eran conocidos como los poetas malditos.
La obra fue publicada por el 1869. André Bretón dijo: “...la expresión de una revelación total que parece exceder las posibilidades humanas”. Alguien más dijo que nada queda de malo en el mundo que no esté incluido en los Cantos. Lautréamont mismo escribe: “Mi poesía consistirá, sólo, en atacar por todos los medios al hombre, esa bestia salvaje, y al Creador, que no hubiera debido engendrar semejante basura.”
El héroe de este canto, Maldoror, es malo, corrosivo, dañino, pero bello. Hubiera sido interesante que Oscar Wilde se inspirara en este personaje para escribir El Retrato de Dorian Gray, pero esto es inverosimil. Tan inverosimil y sugerente como que Lautréamont se inspirara en las obras del Marques de Sade para narrar el terrible crimen que Maldoror y su can infligen a una muchachita.
La creación literaria es de una altura difícilmente superable, se ven influencias de Byron y de Goethe, pero todo es desconcertante, roza lo fantástico y lo absurdo, ofende a Dios y lo hubica en un burdel, Maldoror tiene relaciones con una hembra de tiburón luego de observar como ésta destroza a unos naufragos. Es onírica, contruída sobre horribles pesadillas, y su intelectualidad es desbordante. Felizmente hace recordar la Arquitectura del Cielo, de Swedenborg.
En cuanto a los nombres, tanto de la obra como el seudónimo, podemos decir en forma arbitraria –no lo duden– que Maldoror alude a aurora del mal y que Lautréamont significa el otro está en Montevideo o el otro Montevideo... esto último lo especulaba Leo Maliah.
|